La visión de la Cepal:

América Latina: 7 desafíos de innovación y desarrollo productivo

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Expertos analizan la industria de capital de riesgo en Chile
Emprendimiento

Expertos analizan la industria de capital de riesgo en Chile

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22/05/2013Agregar «Expertos analizan la industria de capital de riesgo en Chile» a los favoritos

América Latina y el Caribe presentan un histórico rezago en innovación, ciencia y tecnología que requiere de políticas públicas por parte de los Estados y un mayor compromiso del sector privado para fomentar el desarrollo de la economía de la región.

Así lo señala el informe “Señales de competitividad de las Américas 2012 (PDF)” presentado en la inauguración en Colombia, durante el VI Foro de Competitividad de las Américas. El documento se dio a conocer durante la Reunión Anual de la Red Interamericana de Competitividad (RIAC), coordinada por Colombia con el apoyo de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

En el documento, existe un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) llamado “Innovación y Desarrollo Productivo en ALC: Principales tendencias”, donde señala que la región necesita estimular el fortalecimiento de los sistemas nacionales de innovación que, en su mayoría, están en una fase incipiente de desarrollo.

El organismo precisa que es fundamental estimular las capacidades científicas y tecnológicas endógenas, incrementar la habilidad de transformar estos avances en oportunidades de negocio orientados a la competitividad y generar empleos de calidad tanto para atender a las demandas domésticas como al mercado internacional.

De esta forma, Cepal señala que los avances y desafíos que tienen en la actualidad los países de América Latina en materia de innovación y desarrollo productivo pueden resumirse en siete asuntos principales:

1. La brecha en productividad respecto de los países desarrollados es un problema persistente y la región necesita elevar su inversión para lograr cerrarla. Por ejemplo, al comparar la dinámica de la productividad del sector manufacturero de América Latina con la de Estados Unidos se comprueba que la brecha de la frontera tecnológica no sólo no se cierra, sino que en los últimos años se amplía. La productividad laboral en la región ha crecido a una tasa del 2% anual entre 2003 y 2007, y en Estados Unidos la productividad ha aumentado desde un 3% a un 5% anual a partir de mediados de los años noventa.

2. La capacidad de un país de cerrar la brecha en productividad depende de la especialización productiva y del patrón de inserción que tenga en los mercados mundiales. El rezago de América Latina se aprecia tanto a nivel cuantitativo, como a nivel cualitativo debido a la alta especialización sectorial en actividades intensivas en recursos naturales. En la región, los sectores intensivos en recursos naturales siguen representando el 60% del valor agregado manufacturero total, mientras que en los Estados Unidos se registra un fuerte incremento de los sectores intensivos en conocimiento, que han llegado a representar el 60% del valor agregado total de la manufactura, lo que transformó la composición sectorial de la industria. Debido a este cambio, Estados Unidos prácticamente duplicó su productividad laboral entre 1990 y 2007.

3. Los bienes primarios y las manufacturas basadas en recursos naturales representan más del 50% de las exportaciones de la región, por lo que aparece como prioritaria su diversificación y, por ende, de la estructura productiva. En los últimos años se ha producido un proceso de “commoditización” de las exportaciones, principalmente derivado del incremento de la demanda de bienes primarios relacionada con sus altos precios. Dentro de la región se identifican fundamentalmente tres grupos de países: los del Cono Sur, concentrados en bienes primarios y manufacturas basadas en recursos naturales; los de Centroamérica, especializados en la exportación de manufacturas de mediana y baja tecnología derivadas de la industria manufacturera de exportación, y un grupo conformado por Costa Rica, Brasil y México, que presentan el mayor grado de diversificación regional en las exportaciones incluyendo manufacturas de mediana y alta tecnología.

4. Hay un desfase entre la oferta y la demanda de recursos humanos calificados para la innovación. Se necesita tanto incrementar la calidad y la cantidad de recursos humanos para la innovación, como crear incentivos para la absorción laboral. Este desafío es crucial para todos los países de la región. Por ejemplo, Argentina y Uruguay se caracterizan por tener un alto nivel de formación y necesitan avanzar hacia una coordinación entre las políticas educativas y las de desarrollo productivo para mejorar la competitividad del sector productivo; en Brasil se apunta hacia un fortalecimiento de la intensidad tecnológica de su matriz productiva, mientras que los países más pequeños sufren un proceso intensivo de “fuga de cerebros” y necesitan atraer capital humano cualificado.

5. América Latina invierte en investigación y desarrollo (I+D) un porcentaje del producto que es menos de la cuarta parte de la proporción que destinan los países desarrollados.  La heterogeneidad de la inversión en I+D que realizan los países de la región se ha ampliado en los últimos años, ya que, por ejemplo, mientras que en los países de Centroamérica no supera el 0.1% del PIB, en Brasil es equivalente a un 1.2%.

6. El sector privado invierte poco en innovación y en I+D. A diferencia de lo observado en los países desarrollados, en las economías latinoamericanas hay un escaso esfuerzo del sector productivo en materia de innovación. No podrá cerrarse la brecha en I+D sin un incremento sustancial de la inversión privada junto con un creciente y mejor apoyo por parte del sector público. Por esta razón resulta fundamental avanzar en el diseño de incentivos y políticas públicas que estimulen la inversión en actividades de innovación por parte del sector privado. Esto requiere una coordinación entre políticas tecnológicas y de innovación y las políticas de desarrollo productivo y empresarial.

7. El patentamiento en la región es escaso, pero creciente. Sin embargo, los extranjeros patentan más que los residentes en América Latina. Los países de la región han incrementado el número de patentes solicitadas en las oficinas de patentes internacionales, pero están lejos de alcanzar el ritmo de los países asiáticos. Por ejemplo, mientras que en 1995 los países de América Latina y el Caribe registraron 196 patentes en la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos (USPTO), los países asiáticos, sin Japón, registraban paralelamente un total de 3.545; en 2009 la región asiática tiene 20.036, en tanto América Latina y el Caribe alcanza 290 patentes. Al mismo tiempo, las oficinas de patentes en los países de la región se han modernizado y mejoran en su oferta de servicios y procedimientos. Para avanzar en el diseño de sistemas de gestión de la propiedad intelectual alineados con las estrategias de innovación y desarrollo empresarial en los países de la región resulta necesario apoyar la innovación.

Este breve panorama refleja una región que en su conjunto enfrenta grandes retos para alcanzar los niveles de competencias y capacidades necesarias para insertarse exitosamente en la economía global del conocimiento. Se observan avances importantes aunque circunscritos a ciertos sectores, territorios o grupos de empresas. Al mismo tiempo, los cambios en los mercados mundiales y los nuevos paradigmas —como tecnologías de la información y comunicación (TIC), biotecnología, nanotecnología y nuevos materiales— reconfiguran el espacio de la innovación e incrementan la complejidad y las formas de innovar. Estos nuevos paradigmas requieren de inversiones cuantiosas en materia de investigación y desarrollo y en actividades complementarias. El diálogo entre empresas, universidades, sociedad civil y agencias del sector público es fundamental para diseñar mejores instrumentos y sumar recursos financieros con el fin de incrementar el impacto de la acción pública.

El escenario descrito supone grandes desafíos para el Estado y plantea la necesidad de una evolución en las políticas públicas y en las capacidades institucionales para apoyar la innovación. Además, se suman las expectativas de impactos en el corto y mediano plazo de las políticas de innovación sobre la competitividad en los mercados mundiales y la generación de empleo. Todo esto crea una presión adicional para priorizar la innovación en los programas de gobierno y también en los presupuestos asignados a la innovación, tanto por parte del sector público como del privado.

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