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Rescate minero resalta a Chile como un país innovador

Los 70 días de arduo trabajo en la mina San José dejaron lecciones y una vara muy alta en nuestro país y en el exterior en cuanto a la capacidad de crear o adaptar soluciones eficaces. 

Fueron circunstancias muy distintas y riesgos muy diferentes, pero tal como lo resaltó en todo momento la prensa internacional, el trágico accidente minero ocurrido recientemente en Nueva Zelanda, mostró que las emergencias en ese sector tienen una enorme carga de incertidumbre y los finales felices, como en el derrumbe ocurrido en Chile, muchas veces son la excepción y no la regla.

¿Qué hizo diferente el resultado en el exitoso rescate efectuado en la mina San José? “Los 33 mineros fueron salvados por las innovaciones”, responde tajantemente John Kao, destacado empresario, autor y asesor internacional, director del Institute for Large Scale Innovation de Estados Unidos, a quien el prestigioso periódico británico The Economist ha bautizado como “Mr. Creatividad”.

“Este exitoso rescate no fue un accidente”, describe el experto en una reciente publicación. “Chile dio una lección en manejo de crisis que el resto del mundo puede aprender. Este país se ha movido callada, pero veloz y deliberadamente, en la dirección de convertirse en una nación innovadora”. Kao resalta, entre las lecciones del rescate, la existencia de un liderazgo que fue clave en fijar agresivamente los tiempos de acción, crear metas claras, definir la “narrativa” del proceso y permitir altos grados de colaboración que envolvieron desde instituciones internacionales como la NASA, hasta el sector público y empresas privadas chilenas, las que, trabajando en conjunto, generaron soluciones innovadoras y eficaces en tiempo muy breve. También celebró la rápida adopción de múltiples vías de solución –los planes A, B y C– en lugar de poner “todos los huevos en una sola canasta”. “En condiciones de incertidumbre, todas las vías deben ser exploradas, incluso, con el costo de redundancia y el eventual desperdicio de recursos. Esto es algo que la industria del capital de riesgo entiende en la búsqueda de espacios de oportunidad. Lo destacable es cómo este mismo principio actuó en este caso en la respuesta del sector público a una crisis inesperada”, asevera.

El prestigioso periódico estadounidense The Wall Street Journal también dedicó un artículo a analizar cómo la innovación “hecha en Chile” y la de origen externo, “en una inteligente aplicación de tecnología” a las circunstancias impuestas por el rescate, fue crucial en el éxito de la operación.

Entre ellas, la nota resalta la cápsula Fénix, diseñada “desde el boceto” por expertos de la Armada de Chile con el apoyo de empresas mineras y especialistas de la NASA; las ahora famosas “palomas”, que transportaron hacia lo profundo provisiones y equipamiento a los mineros hasta su rescate o la innovación desarrollada en Chile para agregar fibra de cobre antibacteriana y antimicótica en prendas, previniendo infecciones.

Se unen a ellas la utilización de un cable de fibra óptica ultraflexible que mantuvo la capacidad de comunicación a pesar de las difíciles condiciones de las perforaciones hechas en roca viva.

 

Innovar no es sólo investigar

 

Omar Gallardo, académico de la carrera de Ingeniería en Minas, de la Universidad de Santiago y con amplia experiencia en faenas mineras, fue una de las fuentes más solicitadas para saber qué estaba pasando durante los 70 días que duró la tensión en Copiapó. Este experto chileno coincide con el diagnóstico que señala a la innovación como la clave principal en el éxito de las operaciones.

El especialista recuerda que dos de las tres máquinas perforadoras usadas en los planes de rescate no son equipos ocupados directamente en faenas mineras; de hecho, la que tuvo éxito, la T-130, es un equipo usado para construir pozos profundos de agua. Por ello, los equipos requirieron aplicar múltiples innovaciones en terreno, para adaptarlas a esta tarea inesperada. “No están diseñadas para perforar con tanta precisión como para llegar a una galería subterránea. Entonces, por ejemplo, se modificó el martillo (la herramienta que perfora directamente la roca) agregando una guía en la punta”, describe.

La rotura de una pieza a 270 metros motivó otra solución innovadora en terreno, a cargo de uno de los técnicos que inventó una “araña”, un tubo al que se cortaron franjas paralelas en un extremo, como “pétalos” que, al introducirse en el tubo, se cerraron sobre la pieza suelta, tomándola como si fuera una mano para llevarla hasta la superficie. Gallardo enfatiza que el ejemplo del rescate debería ayudar a profundizar en nuestro país la comprensión del verdadero sentido de la innovación. “El tema es comprender cómo entendemos este concepto aquí en Chile. La mayoría lo asocia sólo a la investigación científica, pero ello no es correcto. Se puede innovar cuando se generan soluciones que muestran resultados concretos, mejores que los que existen en la actualidad. Si los resultados dan fruto, la innovación existe”, enfatiza.

Fuente: Nota extraída del suplemento " Una nueva cultura para el país" publicada en el diario La Segunda.