Muchas empresas o emprendedores dicen apoyar la innovación, considerándola un pilar clave en sus negocios. Sin embargo, gran parte de ellos respalda la innovación de la misma forma en que podrían respaldar al Dalai Lama, o bien, oponerse a la caza de las ballenas: como algo positivo –deseable, incluso-, pero que no tiene nada que ver con ellos, ni con el día a día de su organización.
En este sentido, surgen algunas preguntas: ¿Cómo convertimos la innovación en un proceso gestionable, deliberado, repetible, medible?