Francisco Jofré

Ingeniero de proyectos del CIET, encargado de Emprende Claro.

El valor de las ideas

Columna de Francisco Jofré. A todos se nos ocurren muchas ideas, pero para que se materialicen se debe trabajar arduamente.

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Al navegar por internet o caminar por la calle, frecuentemente nos encontramos con algún producto o servicio que alguna vez “se nos ocurrió”. Si te ha sucedido, probablemente te sentiste bien, pues creíste que su creador debería pagarte un porcentaje porque la idea era tuya. Además, comienzas a barajar formas de cómo poder proteger tus excelentes descubrimientos para la próxima oportunidad.

Si lo anterior te suena familiar, te tengo una mala noticia: las ideas son gratis, trabajarlas las valoriza.

A todos se nos ocurren muchas ideas durante el transcurso de nuestras vidas, porque es natural del hombre y aquella capacidad para adecuarnos a situaciones difíciles es parte de nuestra inteligencia. No obstante, para que éstas algún día se materialicen, se debe trabajar arduamente para sacar adelante aquellos sueños y que se logren concretar. Esta dedicación no sólo la requiere un emprendimiento, sino también un intra-emprendimiento, una mejora productiva o cambiar un mueble en la casa. Para que se produzca, alguien tiene que hacerlo.

Por favor que no se mal interprete, no estoy hablando de que todas las ideas son buenas y que todas hay que llevarlas a cabo. En Emprende Claro, por ejemplo, usamos la metodología Lean Canvas para trabajarlas, viendo así cuáles son viables y cuáles no, tratando de gastar la menor cantidad de recursos posibles (tiempo y capital) y yendo constantemente al mercado con el objetivo de tener validación y que no sea simplemente nuestra idea “campeona”.

Investigar el mercado, trabajar la idea, comentarla con diferentes personas, realizar un prototipo, mostrarlo y recibir toda la retroalimentación posible, iterar, hacer otro prototipo, mostrarlo nuevamente y recibir más feedback, luego quizás volver a pivotear, etc. Al estar frente a una persona que realizó algunas de las etapas anteriores, estamos frente a alguien que hizo que su idea ahora tenga un valor (quizás todavía pequeño), pero con algo de valor.

Validar e ir iterando es crucial para el emprendimiento. Todavía existe cierta reticencia a dar a conocer las ideas, por miedo a que la puedan copiar. Sin embargo, si tú haces lo anterior y alguien en el transcurso te intenta plagiar, ya vas a estar un par de entrevistas más adelante, un par de prototipos más avanzado, etc.

VALORIZAR EN ETAPAS TEMPRANAS

Teddy Rosenberg, ex directora del fondo de capital CIBC Capital Partners, planteó en marzo de 2009 que en etapas tempranas existen tres formas de valorizar las compañías incipientes. Hay que considerar que no todas estas técnicas de valorización son aplicables a cualquier emprendimiento, pero tratan de ayudar a contestar la pregunta: “¿Cuánto vale tu emprendimiento?”.

Una primera forma es “mirar el futuro de dónde creemos que la compañía terminará y calcular, en base a eso, su valorización, además de estimar cuánto tiempo se demorará en llegar a ese punto y castigar el valor en consecuencia de lo mismo. Obviamente en este tipo de casos encontramos equipos con un alto nivel de experiencia previa en un rubro determinado.

La segunda manera es “compartir la carga”, que consiste en repartir el riesgo de una idea, entendiendo que se tiene un proyecto con un tremendo potencial, pero que para llevarlo a cabo se necesita de una inyección de capital. En esos casos es cuando el inversionista probablemente pida la mitad de la empresa, dado que casi actúa como cofundador.

Finalmente, la tercera forma que plantea Rosenberg es “tender puentes” que trata de generar lazos entre el emprendedor y el inversionista en esta primera etapa. Para este caso, por ejemplo, se puede realizar una inversión más pequeña al comienzo, pero con un descuento para el inversionista en la siguiente ronda de inversión. De esta manera, él ve valorizado su dinero y también obtiene un premio por su confianza.

De todas maneras, es menester recalcar que para llegar a esas conversaciones, se necesita trabajar en la idea. En ningún caso, vas a poder dedicarte a vender “aire”.

El típico mito de “le pegó el palo al gato”, aparte de ser una frase con un dejo de maltrato animal, no existe. Todos aquellos emprendedores, famosos y no tan famosos, han realizado esfuerzos titánicos para llevar adelante sus emprendimientos: lo que nos permite disfrutar de luz durante la noche (Thomas Alba Edison/Nikola Tesla), transportes de bajo costo para el día a día (Henry Ford), acceso a realizar operaciones más sencillas (Bill Gates/Steve Jobs) y poder compartir, entre otras cosas, columnas como ésta en Facebook (Mark Zuckerberg).

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