Mauricio Gallardo

Inventor, experto en propiedad intelectual y Director en CMG Muebles Ltda. Miembro de Asech.

Emprendimiento y confianza

En el duro e incierto camino del emprendimiento, el creer y el confiar son tan importantes como el propio concebido proyecto.

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Confianza, que palabra tan llena de significado. En la vida de cada ser humano tiene una tremenda importancia la forma en que se nos manifiesta este certero sentimiento. Al comenzar nuestro camino por la vida confiamos ciegamente en nuestros Padres, en nuestros familiares e inocentemente en todos los que vamos conociendo. Al crecer nuestras confianzas comienzas paulatina o abruptamente a limitarse, limitaciones en respuesta a hechos o acontecimientos que afectan la temprana visión aceptada.

Cuando confiamos en alguien o en algo, depositamos y regalamos nuestros más profundos sentimientos, no solo compartimos momentos y vivencias, también vociferamos planes, ideas y sueños. Basamos nuestro básico concepto de confianza en el simple hecho del creer. Cuando dejamos de creer, dejamos simultáneamente de confiar.

En el duro e incierto camino del emprendimiento, el creer y el confiar son tan importantes como el propio concebido proyecto. Cuando tomamos la decisión obligada o libremente de emprender, hemos decidido tomar el rumbo de nuestras vidas laborales, confiando y creyendo en nuestras propias capacidades.

Pero para emprender ¿Es suficiente confiar solo en nosotros mismos?, ¿Es suficiente confiar y creer ciegamente en nuestro proyecto? Definitivamente no lo es. Hay muchas más instancias a considerar, factores internos  y externos, variables controlables y otras imposibles de controlar. Incluso el olfato o la tincada del visionario pueden ser tan inasibles como robustos. Tampoco podemos olvidar la suerte o el azar que cobra su rol acariciable o insoportable pero sin dejase manejar.  Parece que hay que ser muy valiente para atreverse a emprender y volar…

No resulta absurdo comparar valentía con estupidez, trabajar el doble y ganar la mitad sin duda cuestiona a cualquiera. Pero nadie podría negar que  cuando un emprendedor cree y confía en sus capacidades y en su proyecto, pueda percibir que tiene una parte del camino avanzado, al menos para no dejarse amedrentar por los mezquinos comentarios, que si con debilidad escucháramos, jamás podríamos atrevernos a soñar.

Un verdadero emprendedor debe estar preparado para casi todo. Debe prepararse sin temor tanto para el éxito como para el fracaso. Ambas instancias son factibles de disfrutar o sobrevivir. Estar preparado para el éxito normalmente resulta más complejo que estar preparado para el fracaso. El fracaso llega de golpe o se ve venir, pero el éxito es mucho más complejo y se hace necesario trabajar con más fuerza. Hay que acertar y  aprender a creer, delegar y confiar, lograr tomar buenas decisiones en el momento adecuado y cumplir con todos lo comprometido o pactado, de lo contrario el éxito puede rápidamente tender a morir.  El fracaso después del éxito duele mucho más y afecta a todos los que forman parte del emprendimiento que ya se había transformado en empresa.

Entonces debemos entender y asumir que un emprendedor debe necesariamente estar preparado para ser un empresario. Pero, ¿Qué es ser un empresario? ¿Un empresario es simplemente un emprendedor evolucionado?… No importa la definición, pero sí importa ser un muy buen empresario. En este punto, las básicas premisas iniciales de creer y de confiar para emprender, deben ser traspasadas a la gente que hace y conforma la empresa. El emprendedor ya se transformó y con su confianza aprendió y voló. Pero aún nos falta, se requerirá perseverancia, responsabilidad y un trabajo bien hecho, para que el mercado y el cliente final del producto o servicio, también sean parte de la tan valorada red de confianza, que será un pilar fundamental de la estructura de sustentabilidad de la empresa.

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