¿Innovación discriminada?

Durante una larga trayectoria laboral en el ámbito de la construcción, de la industria metalmecánica y del mueble, he tenido la gran suerte y el honor de conocer a muy particulares y anónimos creadores de nuevos procesos y productos. He participado directamente con ellos en estudios de métodos y procesos con resultados sorprendentes, que –en algunos casos– llegaron a duplicar e, incluso, a triplicar la fabricación de un producto determinado. Para nada menor si lo miramos desde la real perspectiva de terreno, ya que ninguno de estos creadores y gestores de las mejoras e innovaciones incorporadas tiene estudios superiores. La mayoría son técnicos especializados y algunos solo con su experiencia y práctica han logrado un posicionamiento en la empresa. Importante es considerar que vivir la novedad desde el interior es muy distinto a mirarla desde lejos.

Particularmente relevante resulta destacar que, del mismo modo como fueron informadas las posibles soluciones a un problema determinado, fueron calladas y reservadas muchas otras que tal vez eran y son las más importantes. Inventos que, a priori, no se encuentran en el Estado de la Técnica.

¿Por qué no se informan estas posibles innovaciones? Las causas pueden ser diversas, pero resulta claro anticipar que el “miedo” o el temor y en sus distintas formas, es la principal. Temor al ridículo y a no ser escuchado, a no ser comprendido, a que el jefe directo se apropie de la idea y, entre tantos otros, miedo a ser simplemente discriminado. Las empresas tienen tareas pendientes en esta materia. No cabe duda que la innovación se hace en equipo, pero un invento tiene su origen normalmente en una sola persona.

Bajo esta perspectiva podría resultar válido preguntarnos: ¿será posible que exista discriminación en la innovación? Lamentablemente todo indica que si es posible. Debo manifestar que no existe la motivación de criticar, pero sí el firme propósito de invitar a reflexionar a este respecto.

De manera similar a lo que ocurre en algunas empresas, las señales y los indicadores que exhibe el ecosistema de apoyo al entorno emprendedor, parece requerir ciertos cambios o ajustes, que permitan integrar, acoger y brindar espacios que hoy resultan infranqueables. En largas conversaciones con creadores, inventores y emprendedores nacionales, penosamente se puede percibir la dura batalla por lograr un espacio de integración.

No puedo dejar pasar la oportunidad para evidenciar vivencias o singulares acontecimientos: “Lo siento. No puede trabajar con nosotros sin el grado académico de Doctor”, “es un invento muy bueno, pero nosotros apoyamos solo emprendimientos escalables”, “lamentamos informarle que solo apoyamos a las TIC”, “un invento implica muchos riesgos técnicos y comerciales”… Lo peor es que, desgraciadamente, hay muchas más.

El sorprendente y casi increíble hecho de descubrir que la discriminación se podría manifestar incluso en la innovación, nos deja como tarea un tremendo desafío: impedirlo y transformarlo en oportunidad. En ese contexto transformador, hemos tomado la iniciativa de levantar la frente con una mirada optimista y llena de pasión creadora e inclusiva. Para algunos la “pasión” es sinónimo de “estupidez”. Afortunadamente para muchos otros es un motor generador de movimiento.

Innovación y movimiento, un gran punto de convergencia que mágicamente se traduce en emprendimiento. Después de ocho meses de arduo trabajo, de largas y entretenidas conversaciones con creadores, inventores y emprendedores chilenos, hemos logrado completar el contenido para un libro. Un libro que es un invento de inventores, que muestra  los orígenes de variadas creaciones individuales. Nuestro propósito es más que difundir e incentivar, más que crear o inventar un espacio de integración, apunta a dar un pequeño paso con la visión de transformar y posicionar a Chile, como un Polo de Invenciones. El apoyo del Ministerio de Economía, a través del Instituto Nacional de Propiedad Industrial y su valioso grupo humano dirigido por don Maximiliano Santa Cruz, así como la colaboración de la OMPI y su director para América Latina y El Caribe, Carlos Mazal, harán posible su pronta publicación.

El próximo es el año de la innovación y tendremos un gran espacio para celebrarla e incentivarla, ya que siempre ha estado presente. Somos innovadores por naturaleza y desde los orígenes de nuestra historia… Hay una película de dibujos animados muy didáctica. Un ratoncito que cocina con un extraordinario talento y especiales capacidades. El duro y experto crítico, muy sorprendido y acongojado, expone en su minuta algo como: “No podemos criticar ni discriminar los orígenes insospechados de las creaciones, pues el genio innovador puede provenir incluso de la fuente más humilde  y sencilla”.

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