Denise Mahías

Gerente general del Club de Innovación.

Innovación para sobrevivir, mejorar y competir

Columna de Denise Mahías. Las empresas tienen que incorporar su condición de variable necesaria, higiénica, de una vez por todas y “sistematizar” la innovación

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No hay un mejor momento para innovar. Si nos encontramos en una crisis económica global, local o una crisis interna de la compañía. Innovar es la mejor estrategia para tener una buena opción de sobrevivir. Por otro lado, una empresa que está pasando por sus mejores tiempos, tiene una buena oportunidad para que más ejecutivos e intraemprendedores se dediquen a innovar tomando más riesgo. Esto de “esperar el mejor momento” demuestra que estamos entendiendo mal y seguramente subestimando la innovación.

Existen empresas que en algún minuto se han destacado con ejemplos de innovaciones geniales y exitosos, pero sin embargo dejan de lado estos esfuerzos ante algún cambio organizacional. ¿Por qué? Si a nadie se le ocurriría dejar de preparar estados financieros, parar la producción o postergar las ventas por estar pasando cambios internos. Pero sí se deja de innovar, porque la innovación no está integrada como práctica en las compañías y porque no se conocen los resultados de la innovación. Dos problemas que se retroalimentan.

Pero tampoco es que sea tan fácil. Las empresas tienen líderes en áreas de Finanzas, Recursos Humanos, Operaciones, etc. No obstante, la innovación no se resuelve solamente con un “encargado” del tema, porque es transversal y necesita involucrar a distintas áreas. No existe la carrera de “Innovación”, aunque ya al menos hay una buena oferta de postgrados y cursos. De todas formas, alguien que decida pasar por todos los programas académicos disponibles todavía tendrá mucho que aprender en la práctica. Algunos modelos funcionan mejor que otros, según el tipo de organización. Y definitivamente, depende mucho de la convicción y voluntad del directorio y del CEO.

Pero hay que hacerlo. La innovación no puede seguir tratándose como un proyecto. Las empresas tienen que incorporar su condición de variable necesaria, higiénica, de una vez por todas y “sistematizar” la innovación. Aprender a integrar la práctica de innovar, que sea parte de su vida, del día a día. Instalar en la cultura que hay que dedicarle tiempo, presupuesto e incorporar procesos y políticas que los apoyen. Generar innovaciones, fallar y, por supuesto, tener éxitos. Administrar el fracaso y éxitos. Incorporar la experiencia adquirida. Mucho trabajo que hacer y mucho que aprender, de parte de toda la organización. Pero eso sí, una vez instalada será resistente y luchará por quedarse. Los éxitos generan no sólo resultados económicos- las empresas que innovan en forma sistemática aumentan considerablemente sus resultados, llegando a duplicarlos en algunos casos-, sino también un impulso tremendamente positivo en la cultura organizacional. Y un círculo virtuoso potente que toma vuelo propio. Mientras antes, mejor.

* Columna publicada originalmente en Infoweek.biz

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