Juan López Sierras

Máster en Emprendimiento Tecnológico e Innovación Fundador y CEO de Groupyme.

Manual práctico: Las emociones negativas del emprendedor

Columna de Juan López Sierras. Explica cuáles son las sensaciones y emociones más comunes que enfrentan los emprendedores.

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A la hora de emprender te vas a subir en una montaña rusa. Unos días estás arriba (muy arriba) y otros abajo (mucho). Explica que se entra en un carrusel de emociones que hacen tambalear y muy difícil gestionarlas.

Emprender es así; si crees que como están las cosas quien crea su empresa lo hace por dinero, estás muy equivocado. Y si piensas hacerlo por eso, tienes un grave problema: el dinero va a tardar en llegar (si llega) y tienes que tener algo más que te motive mientras. El dinero no puede ser un fin en sí mismo, tienes que aprender a disfrutar del proceso o te desanimarás antes de conseguir nada.

La escuela tradicional de los negocios habla de que los sentimientos hay que esconderlos: “Business is Business” decían y mira donde nos han llevado. Yo no creo en eso. Creo que saber sentir y gestionar esos sentimientos nos lleva a ser mejores empresarios porque nos preocupamos más y vemos a las personas por encima del dinero.

  • Miedo. Surge cuando estamos a punto de dar el paso para convertirnos en emprendedores o nos tenemos que tomar una decisión importante sobre la empresa en un entorno de alta incertidumbre. Aparece cuando consciente o subconscientemente apreciamos que existe algún riesgo para nosotros, aunque sea simple riesgo de fracasar. Debes aceptar que el riesgo es inherente a la actividad emprendedora y siempre está ligado a ella. Es necesario conocernos bien, hurgar en nuestros deseos más profundos. Una de mis herramientas preferidas para enfrentar el miedo son estas cuatro preguntas que José Pedro García desarrolla en uno de sus artículos:
  • Ansiedad. Surge cuando esperamos los resultados de alguna decisión que hemos tomado o cuando posponemos la toma de una decisión o realizar alguna tarea que no es de nuestro agrado. A veces viene de la mano o se confunde con el miedo cuando vamos a hacer cualquier cosa cuyo resultado tiene una alta incertidumbre. Lo más importante cuando empieces a sentir ese pellizco en el estómago es relativizarlo. Ni te lo juegas todo a esa única carta, ni la derrota tan grave; relativízalo, toma distancia y actúa en consecuencia. Aquí el mejor consejo es deja de pensar y actúa. A mí me ayuda ponerme fechas y plazos para no estar pensándolo y dándole vueltas todo el tiempo.
  • Agobio y angustia. Surge cuando tenemos una gran cantidad de trabajo acumulado y no sabemos por dónde empezar. También cuando el trabajo que realizamos en nuestra empresa tiene una serie de tareas operativas recurrentes a las que hay que dedicarles bastante tiempo. Se produce porque nos surgen dudas sobre si estamos empleando bien nuestro tiempo y a qué será mejor que lo dediquemos. Combátelo haciendo listas. Cuando no sepas por dónde empezar haz una lista de tareas con todas las cosas que tienes que hacer. Todas. Primero escríbelas una detrás de otra, luego organízalas y empieza por la que debe ser la primera.
  • Decepción. Surge cuando algo que creías que iba a funcionar no lo hace: Un cliente te deja tirado o no te paga, esa campaña no ha dado resultados, no consigues ese contrato o alguna persona o institución que considerabas amiga te da la patada. No te lo tomes todo de forma tan personal. No siempre tienes la culpa y el resto también tienen sus razones para hacer lo que hacen. Si te parecen injustas, quizás es que habías depositado tu confianza en alguien que no lo merecía, la próxima ya sabes a qué atenerte. Gestiona adecuadamente tus expectativas, se realista y analiza lo que ha pasado.
  • Inseguridad. Surge cuando nos enfrentamos a una tarea nueva o diferente, o que aunque la hayamos realizada otras veces cada una está acompañada de mucha incertidumbre. También cuando tenemos que hacer algo que pensamos que “no se nos da bien”. Se produce porque dudamos de nosotras propias capacidades y para ciertas tareas nos hemos auto convencido de que no se nos dan bien. La inseguridad es un síntoma de que vas a hacer algo de lo que puedes aprender. Intenta prepararte mejor la próxima vez si crees que es necesario pero, ahora, hazlo.
  • Desidia. Surge cuando vemos que nuestro proyecto no termina de arrancar, empieza a bajar de forma incomprensible, nos vemos apurados por los pagos y los clientes no nos pagan a nosotros, haces cosas, lo intentas, pero no funcionan y cada vez va a peor. Se produce porque empiezas a preguntarte si será mejor dejar morir tu empresa y dedicarte a otra cosa. Empiezas a cuestionarte si los resultados que obtienes de la dedicación actual a tu proyecto compensan el coste de oportunidad de dedicarte a otros que te han surgido. Si te estás desanimando porque no ves resultados, piensa primero, ¿estás haciendo todo lo que puedes? ¿Hay algo más que puedas hacer?
  • Brújulas del riesgo. Algunas de estas emociones son negativas porque te pueden paralizar pero se les puede hacer la lectura contraria. Sentir ansiedad es bueno, sentir miedo es bueno, significa que estás haciendo algo diferente, original y arriesgado. Piensa que muchas de ellas proceden del riesgo que percibes cuando estas tomando decisiones, ejecutando tareas, hablando con un cliente, etcétera. Son sensaciones que te incomodan y contra las que tienes que luchar, pero también son una brújula que señala hacia un camino lleno de riesgos que muy pocos se deciden a andar y, poco a poco, superándolas una a una, te puede conducir al éxito, sea cuál sea tu definición de él.

 

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