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El Arte de Hacer Preguntas

Hace unos días estuve facilitando una reunión de más de dos horas con un grupo de ejecutivos de una importante empresa. De la reunión no salió ninguna respuesta, sino muchas preguntas. Estábamos tratando de definir cuáles eran las preguntas correctas para que un grupo seleccionado de colaboradores, venidos de todo el país, respondiera en una sesión de un día. La sesión fue un éxito, por la entusiasta participación de los asistentes, pero también porque las preguntas que generamos ponían el énfasis en los focos correctos. Porque no basta con entender un problema. La formulación de un problema es una situación estática. El hacer una pregunta, en cambio, moviliza las energías propias y de los demás hacia una solución. Una pregunta es un catalizador de cambio; el detonador de una reacción en cadena que va más allá de nuestro esfuerzo.

Tendemos a pensar que lo importante es hallar la solución del puzle; encontrar la llave perdida en un mar de información irrelevante. Y, así, desarrollamos habilidades para responder, adecuadamente y a tiempo, los desafíos que encontramos. Pero, ¿cuánto tiempo destinamos a hacer preguntas? ¿Cuánto destinamos a escuchar las respuestas?

En el mundo millones de personas trabajan, con pasión y buena voluntad, pero sin conseguir resultados, porque están resolviendo problemas que no son los correctos. Las preguntas -y no las respuestas son los movilizadores de cambio- permiten aprovechar la energía disponible de las organizaciones (o de su curso, de su familia, de su club de fútbol) y convertirla en acción. Las preguntas son las herramientas más poderosas que tenemos para gestionar empresas, para enseñar, para llevar a cabo desafíos complejos.

Tarea para la casa: haga una lista de todas las preguntas que son relevantes para su organización. Una lista larga, de unas 50 ó 60 preguntas. Las preguntas más útiles son aquellas que tienen el formato "¿cómo podríamos...?" o "¿cuáles son todas las formas de...?", más que preguntar sobre cuanto, quién o qué. Después seleccione las 5 ó 6 que le ponen más nervioso; aquéllas para las que no tiene respuesta. Finalmente, hágale las preguntas a su organización, en el formato que quiera, personalmente, por E-Mail, buzón de sugerencias, intranet, focus group... Se sorprenderá de los resultados.