Miércoles 20 octubre 2010
Está ampliamente demostrado que el desarrollo de una nación depende, en gran medida, de sus capacidades técnicas. Ya no bastan, como sabemos, la tenencia de recursos naturales y de capital; tampoco es suficiente el factor trabajo, si es que este no se acompaña de una elevada productividad materializada a través del conocimiento.
No es difícil advertir que en una economía basada en el conocimiento, la universidad –gracias al trabajo de sus científicos, ingenieros y técnicos-, es una fuente natural de saber que irradia al resto de la sociedad.