Comunidad

Crecimiento con creatividad

Imagen de Juan Andrés Fontaine
Juan Andrés Fontaine

Ministro de Economía, Fomento y Turismo

Columnas anteriores

La misión del nuevo gobierno es llevar a Chile a cruzar el umbral del desarrollo alrededor del 2018, a 200 años de la declaración de la independencia nacional. Así interpreta el Presidente Piñera el mandato que recibió del electorado el pasado 17 de enero.

El 27F significó un grave tropiezo, con enormes pérdidas humanas y materiales. La tragedia, aunque dolorosa, no compromete el cumplimiento de la meta de desarrollo. Con el esfuerzo de todos, debemos levantarnos y volver a correr con más ahínco tras ese objetivo.

Para ello debemos acelerar el ritmo de crecimiento desde el 3,6% promedio registrado a lo largo de la década pasada, a un 6% promedio de aquí al 2018. Ello exigirá motivar a un gran número de mujeres y jóvenes a ingresar al mercado ocupacional y lograr un enorme incremento en la productividad.

Lo que hace a los países crecer y a su gente prosperar es el incremento sostenido de la productividad. Como Ministerio de Economía tenemos un mandato claro: ser motores de las reformas necesarias para impulsar el del crecimiento potencial.

Desgraciadamente, el punto de partida no es auspicioso. A lo largo de la última década, la productividad laboral ha tendido al estancamiento y la eficiencia económica -medida como "productividad total de los factores"- incluso terminó decayendo. Aunque parezca paradójico, podemos transformar al 27F en una oportunidad para impulsar una auténtica revolución de la productividad. Debemos no sólo reconstruir lo que había, sino que reconstruir mejor.

Donde la brecha de productividad es más evidente es entre las micro, pequeñas y medianas empresas. Son alrededor de 800.000, que dan trabajo al 60% de la fuerza laboral y abarcan sólo un 18% de las ventas. Su productividad equivale apenas a la séptima parte de la de las empresas grandes.

Que nadie tenga dudas al respecto: el compromiso de nuestro gobierno con las mipymes es de verdad: ellas están llamadas a cumplir un rol protagónico en la generación de los 200.000 empleos adicionales por año que necesitamos; son el semillero de las nuevas ideas y proyectos empresariales que van a llevarnos al desarrollo, y representan bien esa sociedad de oportunidades a la que aspiramos.

Para aumentar la productividad en las grandes, las medianas y las pequeñas empresas, necesitamos mucho más inversión. La tasa de inversión en capital fijo debe subir desde 22% del PIB a alrededor del 28%. La buena noticia es que el catastro de proyectos en carpeta registra inversiones por casi US$ 70.000 millones, en manos tanto privadas como estatales, y distribuidas a lo largo de todo el territorio nacional. Pero pasar del dicho al hecho, exige acciones de política, exige construir y mantener un clima propicio a la inversión y remover los variados escollos burocráticos que suelen anteponerse al avance de los proyectos. Estamos trabajando en ello.

La revolución de la productividad exige también desencadenar en Chile la energía creadora del emprendimiento. Entre nuestros jóvenes existe hoy mucho talento creador y mucha disposición a emprender. Pero hay que superar barreras burocráticas, enfrentar mercados no siempre competitivos y transparentes y sobreponerse a una cultura que desdeña la ganancia pecuniaria, de-salienta la toma de riesgos y condena el fracaso.

Estamos empeñados en fomentar el espíritu empresarial e innovador entre los chilenos. Vamos a remover barreras normativas y burocráticas a la creación de empresas, estableciendo formulas simplificadas y expeditas para la constitución de sociedades. Vamos a modificar las autorizaciones tributarias y municipales pertinentes, para reducir el tiempo que tarda echar a andar un negocio desde los 27 días que calcula el Banco Mundial son requeridos hoy, a sólo 16 días. Modernizaremos la ley de quiebras para permitir la pronta rehabilitación del fallido y la fluida transferencia de sus activos. Hoy el cierre de un negocio fallido tarda en promedio 4,5 años, casi tres veces más que el promedio de los países desarrollados. Nuestro objetivo es evitar que se debilite el espíritu emprendedor.

Puesto en simple: sin emprendedores osados e innovadores Chile no logrará alcanzar la cumbre del desarrollo. En los últimos 5 años el Estado ha efectuado un importante esfuerzo en materia de inversión en capital humano, investigación y desarrollo, pero hasta ahora no ha rendido resultados evidentes.

Creemos que la estrategia nacional de innovación debe enfocarse a la obtención de resultados. El resultado de la innovación empresarial está en su capacidad de crear valor y ese valor se mide en los mercados bursátiles. Nos proponemos una meta tangible: llevemos al menos a una nueva empresa tecnológica chilena a transarse a Nasdaq, la principal bolsa tecnológica del mundo.

¿Será todo esto posible? Vamos a hacerlo posible mediante una estrategia de emprendimiento e innovación que combine la creatividad y la capacidad de trabajo nacionales con la atracción de talentos y capitales del exterior. En eso estamos trabajando.

Fecha : 
1 junio, 2010