Vivimos el año en que Chile conmemora oficialmente los 200 años de su vida como república independiente. Numerosas iniciativas y obras se vinculan a la fecha que compartimos junto a otros países, entre ellos Argentina. Al estar próximos a la celebración, tendemos a recordar aquello qué caracterizaba el centenario celebrado en 1910.
Desde mi perspectiva hay numerosas similitudes y también marcadas diferencias. El Chile de 2010 difiere en varios aspectos al del centenario. Deseo destacar un gran cambio que se vincula con nuestro posicionamiento geopolítico: cuando celebramos nuestros primeros cien años de vida independiente éramos una potencia regional en términos estratégicos e incluso teníamos la primera flota de la región. Sin embargo, como país seguíamos siendo una verdadera isla separados del mundo y aislados de nuestros vecinos y la región. Incluso en nuestro propio territorio manteníamos áreas absolutamente despobladas y desvinculadas de la zona central, que era el único polo donde el desarrollo era estable y dinámico, con la sola excepción de las explotaciones mineras que no habían dado origen a ciudades y la acción del Estado llegaba en forma débil.
Septiembre de 2010 nos encontrará en una posición geopolítica absolutamente diferente. Chile ha logrado, aunque en forma incompleta, articular su territorio acercándose a vencer su condición de archipiélago geopolítico, derribando las fronteras interiores que mantenían a sectores importantes aislados de la acción dinámica de los sectores públicos y privados. Así en regiones como Aysén, o en zonas tales como el altiplano, Tierra del Fuego o Atacama, hoy es posible comunicarse por diferentes vías, desarrollar actividades productivas y explotar riquezas. Y hasta ahí se hace necesario con mayor fuerza arribar con iniciativas creadoras desde la educación, pasando por nuevas formas de generar energía o aventurarse en actividades de distinta naturaleza como el turismo, la educación y la cultura.
Este nuevo entorno geopolítico va más allá y supera nuestras fronteras. Sin cambiar nuestra posición geográfica, algo absolutamente imposible, hemos modificado nuestra posición geopolítica a través de una red de acuerdos que nos han acercado a las principales economías en América, Europa y principalmente Asia Pacífico. Hoy somos vecinos virtuales de China, India, Turquía, Vietnam y Nueva Zelanda, es decir, 4.500 millones de personas y el 85 % del poder adquisitivo del mundo.
La realidad descrita se vincula, a mi juicio, directamente con la innovación y los innovadores e innovadoras. A la actividad y a las personas que asumen el desafío de innovar les cambió su horizonte. Hasta hace una o dos décadas, la mirada para este tipo de iniciativas se agotaba en Chile. Hoy se ha extendido para abarcar todo el territorio nacional e ir mucho más allá de las fronteras conocidas.
Cuando de innovación se trata, hay que considerar este nuevo escenario geopolítico. Las oportunidades y los campos de acción se encuentran lejos de los horizontes tradicionales. Identificar, conocer, definir requerimientos y dar satisfacción a ellos invita a emprender en proyectos aprovechando el nuevo entorno geopolítico del Chile del Bicentenario.