Programa de Innovación Tecnológica (1996-2000)

LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN EL CHILE DE LOS NOVENTA

Un diagnóstico global del estado de la innovación tecnológica en Chile debe ser capaz de ponderar los avances logrados, los atrasos que perduran, así como los obstáculos existentes, lo que supone también evaluar el Sistema de Innovación Nacional y sus instituciones. Ahora bien, Chile está aún lejos de disponer de estadísticas completas sobre sus avances en Ciencia y Tecnología. Hay numerosos vacíos y los pocos indicadores que informan directamente sobre la materia deberán ser perfeccionados en el transcurso de los próximos años. Sin embargo, diversos esfuerzos emprendidos por la Secretaría Ejecutiva del Programa de Innovación Tecnológica permiten obtener un panorama global que, si bien es aproximado, permite visualizar los déficits tecnológicos que el país arrastra para así construir un diseño viable y adecuado de la política tecnológica para los próximos cinco años.

Avances en el Progreso Tecnológico

El cuadro "Indicadores Tecnológicos", que concentra la principal información hasta ahora disponible en los últimos 5 años, indica que Chile ha logrado importantes avances en su desarrollo tecnológico.

Primero, mediante inversiones e importaciones de bienes de capital, las empresas han accedido y aprenden a dominar nuevas tecnologías en forma creciente (progreso tecnológico incorporado). La encuesta de innovación tecnológica realizada en 1995 por el INE y la Secretaría del Programa de Innovación Tecnológica, confirma que ésta es la principal forma en que las empresas progresan tecnológicamente. Y los indicadores así lo confirman.

  • Entre 1990 y 1995, la tasa de inversión aumentó desde el 26,2% al 31% del PIB;

  • Entre 1990-95, las importaciones de bienes de capital se multiplicaron 3,7 veces llegando a US$ 4.176 millones;

  • Entre 1990-95, la inversión extranjera en Chile acumulada llegó a US$ 7.297 millones.

Segundo, el desarrollo exportador de bienes de mayor valor agregado, así como inversiones chilenas en el extranjero, también evidencian un progreso tecnológico significativo. Al exportar, las empresas se ven exigidas a innovar en productos, en procesos y en gestión. Al invertir en el exterior, las empresas no sólo transfieren tecnologías de gestión, sino que también aprenden. Y los indicadores disponibles evidencian un progreso tecnológico indudable.

  • Entre 1990 y 1995, las exportaciones industriales de mayor valor agregado aumentaron desde el 11,4% hasta el 17,0% de las exportaciones totales;

  • Entre 1990-95, el número de exportadores aumentó desde 4100 hasta 5840;

  • Entre 1990-95, las inversiones chilenas en el extranjero aumentaron desde US$ 25,6 millones hasta US$ 4.350 millones.

Tercero, cabe destacar el aumento del gasto en innovación tecnológica avanzada, así como el gasto en investigación y desarrollo (I+D) que las empresas realizan. Se trata mayormente de un esfuerzo de adaptación de nuevas tecnologías ya conocidas en países más desarrollados. Existen varios indicadores al respecto.

  • Entre 1992-1996, FONTEC financió más de 620 proyectos de innovación tecnológica. La concurrencia de empresas para obtener financiamiento de este fondo está creciendo rápidamente.

  • Entre 1992-1995, FONDEF ha financiado casi 100 proyectos científico-tecnológicos, de los cuales existe la intención de solicitar más de 100 patentes de propiedad industrial.

En el mes de noviembre de 1996 se materializó el tercer concurso para proyectos de I+D precompetitiva, principalmente orientado a universidades, resultando aprobados más de 30 proyectos.

  • FDI (ex-FONSIP), creado en 1995, durante ese año financió 50 proyectos de investigación y desarrollo, con aportes significativos del sector privado. A fines de 1996, el FDI realizó el tercer concurso de proyectos, al cual se presentaron institutos tecnológicos públicos y centros tecnológicos privados. Todos los proyectos suponen una elevada participación privada y rápido impacto productivo.

  • El pago por derechos de explotación de tecnologías extranjeras que tienen propietarios de licencias está aumentando. Asimismo, los pagos de "royalties" aumentaron desde US$ 43,3 millones en 1990 hasta US$ 50 millones en 1995.

  • Un indicador interesante es que el número de patentes de propiedad industrial solicitadas por empresas residentes y personas naturales aumentó desde 161 en 1990 hasta 324 en 1995.

El resultado es que el gasto en Investigación y Desarrollo como porcentaje del PIB aumentó desde el 0,5% en 1990 hasta el 0,8% en 1995, y la participación privada en el gasto en Investigación y Desarrollo aumentó desde el 10% hasta el 23,5% del gasto total.

Cuarto, también se aprecia un avance discreto en la formación de recursos humanos impulsado por el crecimiento, las inversiones productivas y el desarrollo tecnológico. Todo ello genera una demanda creciente de fuerza de trabajo calificada.

  • Entre 1990 y 1995 el número de trabajadores capacitados vía SENCE se duplicó, llegando a 430.000. Esto implica que la proporción de trabajadores capacitados sobre la fuerza de trabajo aumentó desde el 5,6% hasta el 8,4%. El número de ingenieros titulados por año aumentó desde 2.224 hasta 2.783 en 1995.

Todos estos indicadores evidencian un avance significativo. Si a ello se agregan la completa digitalización de la infraestructura de telecomunicaciones y su alto crecimiento, así como la rápida incorporación de tecnologías de información y el crecimiento de las redes tipo INTERNET, se hace evidente que Chile ha logrado ampliar su base tecnológica en forma cada vez más diversificada y con alto potencial de crecimiento.

Las Insuficiencias y los Retrasos

Sin embargo, las empresas se enfrentan a nuevos desafíos, donde las formas tradicionales de aprendizaje tecnológico (p.e. compra de equipos, información de proveedores, ferias comerciales, "learning by doing" ) seguirán siendo básicos, pero insuficientes por sí mismos. Por ejemplo, todos los sectores económicos tienen el común desafío de incorporar tecnologías de información y comunicación, tecnologías ambientales, sistemas integrales de calidad (p.e. ISO 9000, ISO 14000), formas avanzadas de cooperación tecnológica entre empresas, así como mayores escalas y complejidad de los negocios. Incluso los segmentos exportadores más dinámicos, que ya han consolidado una presencia en los mercados mundiales, se enfrentan a desafíos tecnológicos que requieren la colaboración entre Ciencia y Tecnología, en programas de largo aliento y con iniciativas en múltiples áreas.

Considerando esta perspectiva, el desarrollo tecnológico nacional presenta serios retrasos, adolece de una elevada heterogeneidad que afecta la competitividad sistémica y presenta una preocupante asimetría respecto al ritmo de crecimiento de la economía chilena. Ello se confirma en el World Competitive Report de 1996, donde Chile ocupa el lugar 18 en cuanto a desempeño general, pero cae al lugar 38 en cuanto a capacidad científica-tecnológica. Esto refleja serios problemas estructurales. A pesar de los avances obtenidos hasta ahora, es evidente que las empresas se verán enfrentadas a requerimientos cada vez más acuciantes de aumentos de productividad y calidad, lo que obligará a acelerar el dominio de tecnologías cada vez más complejas de producto, de proceso y de gestión.

Cuatro Grandes Insuficiencias

El desempeño tecnológico en Chile aùn se haya en una fase primaria de su evolución de largo plazo. En efecto, a pesar de que el crecimiento y desarrollo exportador han inducido un empuje del desarrollo tecnológico, se presentan cuatro grandes insuficiencias estructurales.

Primero, el sistema productivo chileno presenta una elevada heterogeneidad tecnológica que va más allá de las diferencias de tamaño y escala entre empresas. Ello retrasa la competitividad sistémica del país, hace perder oportunidades de desarrollo, aumenta la vulnerabilidad de PYMEs enfrentadas a una mayor concurrencia en los mercados locales e internacionales, así como también dificulta los encadenamientos entre grandes empresas y PYMEs. A la larga, permite la reproducción de un patrón de crecimiento desigual que mantiene grandes brechas sociales. Esta heterogeneidad evidencia una todavía escasa masificación de los sistemas de transferencia tecnológica, un rezago en el marco regulatorio y de normas, y una insuficiente conexión entre el sistema financiero y el sistema productivo. Hay importantes evidencias al respecto:

  • La reciente encuesta de innovación tecnológica para el sector industrial (1995), realizada por el INE y la Secretaría del PIT, señala que un 1/4 de las firmas hacen un esfuerzo intensivo en innovación tecnológica. Sin embargo, hay un 30% que considera que su esfuerzo es muy reducido e insuficiente.

  • La encuesta citada constata que la innovación tecnológica para la calidad tiene alta importancia para un 31,7% de las empresas. Sin embargo, para un 45,4%, mayormente compuesto por pequeñas empresas, la calidad tiene muy baja o nula importancia para la innovación.

  • La encuesta constata la escasa relevancia que tiene la cooperación tecnológica entre firmas industriales con universidades, así como con centros tecnológicos públicos y privados.

  • Aún queda un enorme esfuerzo público y privado para consolidar y extender en todo el sistema productivo las normas de calidad, sistema metrológico, estándares industriales y normas medioambientales. Aún están pendientes los Proyectos de Ley en materia de propiedad industrial y sistemas de certificación de calidad.

  • Además, hay insuficiencias en el rol del sistema financiero en el desarrollo tecnológico del sistema productivo, dado que éste se muestra reacio a financiar inversiones con alto contenido de innovación tecnológica que se caracterizan por su elevada incertidumbre y riesgo, afectando especialmente a las PYMEs.

Segundo, el gasto en I+D en Chile es bajo y la participación privada débil. En efecto, aún no emerge una "masa crítica" suficiente de empresas que rutinariamente hagan innovación tecnológica avanzada, capaces de generar una demanda de nuevo tipo al sistema de universidades y centros tecnológicos públicos y privados.

  • El gasto en I+D en Chile es, en términos relativos, 3 a 4 veces inferior al de países de la OCDE. Para ubicarse al nivel de países como Suecia, Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda, Chile debería incrementar su gasto en I+D hasta representar al menos el 1,2% del PIB.

  • Aun corregidas las subestimaciones del gasto privado en I+D, su participación en el gasto total llega al 23,5% en 1995. Esto constituye un avance respecto al 10% que representaba en 1990. Sin embargo, las proporciones público/privada en países desarrollados son inversas: en ellos el gasto privado representa desde el 50% al 80% del gasto total en I+D.

  • Las cifras preliminares del catastro que la Secretaría Ejecutiva del PIT está realizando sobre empresas que realizan I+D, indica que hay aproximadamente 100 empresas que tienen grupos o departamentos más o menos estables de I+D, donde destaca CODELCO y su estrecha relación con el CIMM. Otras 100 empresas tienen una actividad intensiva de innovación que les exige contratar en forma rutinaria servicios tecnológicos avanzados e I+D. Es interesante relevar el hecho de que la mayor parte de las empresas privadas que tienen equipos de I+D son de tamaño medio. En todas ellas la presencia de personal con post-grado es baja.

Tercero, persisten importantes carencias en la formación de recursos humanos para el desarrollo tecnológico y científico. Hay una evidente asimetría entre el esfuerzo que el país hace en educación básica y media, con el esfuerzo en materia técnica y universitaria. Esta carencia es preocupante, porque es evidente que la modernización tecnológica del país depende esencialmente de la fuerza de trabajo actualmente activa y de los profesionales que egresarán de las universidades.

  • A pesar de los aumentos observados entre 1990-95 en la formación de ingenieros y en capacitación, hay un claro déficit respecto a los requerimientos del sistema productivo.

  • Asimismo, CONICYT indica que también existe un déficit importante de investigadores en las universidades. Este déficit es aun más agudo en los post-grados de especialidades científicas e ingenieriles más "duros".

  • Además, persiste una fuerte carencia de profesionales especializados en servicios tecnológicos de alta relevancia para el país, tales como normalización, estandarización, metrología, sistemas ISO 9000 e ISO 14000.

Cuarto, hay fallas y obstáculos institucionales importantes al desarrollo tecnológico. Es sabido que las actividades con alto contenido científico y tecnológico generan externalidades que el mercado no puede internalizar. Esto determina que las empresas tienden a subinvertir significativamente en estos rubros, dada la dificultad en la apropiabilidad de los resultados. Por su parte, las fallas en los mercados de capitales generan restricciones al financiamiento de proyectos de inversión con alto contenido de innovación y que provienen de empresas PYME. Además, la escasa profundidad de mercados de información y la reducida difusión de normas y estándares de producción, genera el problema de que la información tecnológica relevante para las empresas suele estar por debajo del nivel socialmente óptimo. Estas fallas no son fácilmente sorteables, dada la naturaleza de bien no-rival o de bien cuasi-público de la tecnología. Para ello existen cuatro mecanismos relevantes de coordinación, que también presentan fallas estructurales y que deben ser consideradas como objeto de la política tecnológica.

  • El sector privado tiene el desafío de aumentar la colaboración tecnológica entre empresas, en tanto mecanismo de probada eficacia en países más avanzados. En efecto, el rol de difusión tecnológica de los gremios empresariales, las misiones tecnológicas y los PROFOs entre empresas de una misma rama o rubro, y la cooperación entre clientes y proveedores, constituyen formas de cooperación flexible que reducen costos de transacción y de obtención de información tecnológica para las empresas, especialmente PYMEs. En Chile se están multiplicando las experiencias de cooperación en este campo, pero su desarrollo es insuficiente frente a los desafíos futuros. Los gremios tienen atrasos en un rol activo en el campo tecnológico para sus asociados. Hay todavía una débil cultura de cooperación para la innovación. Y la cooperación tecnológica entre empresas de una misma cadena productiva es todavía primaria.

  • La cooperación de empresas con universidades, aun cuando es mayor que en el pasado, enfrenta importantes desafíos. Existen pocas experiencias en que el grueso del financiamiento de I+D provenga de empresas. La escala, horizonte temporal y carácter pre-competitivo de la I+D en las universidades, genera un problema de apropiabilidad para las empresas, lo que desestimula su participación. El patentamiento de las invenciones por parte de universidades es aún débil. Y todavía no se consolida una capacidad de transferencia tecnológica y de negocios en las universidades.

  • La cooperación entre empresarios y trabajadores en materia tecnológica es débil y aún tiene un amplio camino por recorrer. El desarrollo tecnológico supone la implementación de modelos de gestión más avanzados, donde la cooperación interna genera la posibilidad de una innovación tecnológica progresiva y permanente. Las empresas chilenas aún tienen mucho que avanzar en este campo.

  • El sector público tiene ante sí el urgente desafío de modernizar su institucionalidad para catalizar e impulsar la innovación tecnológica. La modernización de los institutos tecnológicos públicos, el desarrollo de un sistema regulatorio que facilite la innovación en Chile, el desarrollo de nuevos instrumentos de fomento tecnológico y el aumento de la eficiencia y eficacia de los actuales, la formación de recursos humanos y el desarrollo de un sistema de información avanzado, son tareas que deben estar en la agenda de una política tecnológica moderna.

QUÉ ES INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

La innovación tecnológica es un término muy difundido, pero no siempre claro. Para desarrollar una política tecnológica es preciso conceptualizar y comprender cómo funciona la innovación en países como Chile. Para ello, es útil considerar los esfuerzos de la OCDE sobre la materia. Ellos se expresan en el Manual de Oslo, que fue publicado oficialmente en 1991 y que tiene por propósito generar nuevos indicadores estadísticos sobre innovación tecnológica. Aceptando que la innovación tiene "diferentes significados en diferentes contextos", el Manual de Oslo define la innovación tecnológica como un concepto que abarca la introducción a los procesos productivos y a los circuitos comerciales de:

  • "Nuevos productos y nuevos procesos, así como cambios tecnológicos significativos de producto y proceso. Una innovación ha sido implementada cuando ha sido introducida en el mercado (innovación de producto) o utilizada en un proceso de producción (innovación de proceso). En consecuencia, las innovaciones envuelven una serie de actividades científicas, tecnológicas, organizacionales, financieras y comerciales".

Esta definición distingue entre innovaciones "radicales" e "incrementales". Establece criterios para excluir casos donde no hay innovación (p.e. cambios técnicos y estéticos menores para diferenciar productos; producción por encomienda sin que requiera construcción de prototipo; cambios organizacionales menores o racionalizaciones). Cabe hacer dos consideraciones frente a esta definición del Manual de Oslo: primero, que las innovaciones no son sólo resultados, sino que constituyen procesos; segundo, que las innovaciones en gestión y organización pueden constituir innovaciones en tecnologías "blandas" diferentes a otras innovaciones de proceso en tecnologías "duras".

El Manual distingue, asimismo, seis tipos de actividades que pueden generar innovaciones:

  • Investigación y Desarrollo experimental.

  • Puesta en Marcha de un proceso productivo.

  • "Marketing" de un nuevo producto.

  • Adquisición de tecnología "no incorporada", vía adquisición de invenciones patentadas o no-patentadas, licencias, captación de "Know-How", marcas, diseños y servicios que contienen tecnología.

  • Adquisición de tecnología "incorporada" mediante la compra de maquinaria y equipos novedosos.

  • Innovaciones de diseño.

Todos estos criterios, y la mayor parte de otras recomendaciones definidas en el Manual de Oslo, fueron incorporados a la Primera Encuesta de Innovación Tecnológica para la Industria Manufacturera (1995), realizada por el INE con la colaboración de la Secretaría Ejecutiva del Programa de Innovación Tecnológica (ver más adelante).

Sin embargo, dado que Chile es un país en vías de desarrollo, existen dos consideraciones a realizar. Primero, la mayor parte de las innovaciones tecnológicas, aunque sean nuevas en el medio local, son generalmente adaptaciones de tecnologías ya desarrolladas en el exterior. En consecuencia, un indicador del grado de desarrollo del país será cuántos nuevos productos/procesos a nivel mundial se generan en Chile y, sobre todo, qué grado de novedad hay en la adaptación de productos/procesos ya conocidos. Segundo, dada la especificidad del material genético, dotación de recursos naturales y clima, la innovación de producto tiende a producirse con mayor facilidad que en los sectores de manufactura y servicios. Sin embargo, a medida que el país progresa y se exacerba la concurrencia mundial, el esfuerzo para introducir innovaciones en el sector primario tiende a crecer cada vez más.

Pero la innovación no se reduce a su dimensión tecnológica (producto, proceso, organización). También existen innovaciones institucionales (p.e. nuevas actividades del sector público, nuevas normas y regulaciones) e innovaciones sociales (p.e. difusión de redes de información, nueva cultura de cooperación entre empresarios así como entre empresarios y trabajadores).

Qué se entiende por Investigación y Desarrollo (I+D)

De acuerdo a la definición del Manual de Frascati (1992), la I+D experimental comprende "el trabajo creativo llevado a cabo de forma sistemática para incrementar el volumen de conocimientos humanos" y "el uso de esos nuevos conocimientos para derivar nuevas aplicaciones". Este manual define 3 tipos de I+D. La investigación básica, que consiste "en trabajos experimentales o teóricos" orientados a nuevos conocimientos sin pensar en darles ninguna aplicación determinada. La investigación aplicada, que consiste "en trabajos originales realizados para adquirir nuevos conocimientos" que están dirigidos fundamentalmente "hacia objetivos prácticos específicos". Y el desarrollo experimental, que consiste en "trabajos sistemáticos basados en conocimientos existentes" dirigidos a la producción de nuevos materiales, productos, procesos, sistemas y servicios, o a la mejora sustancial de los ya existentes. El concepto de I+D excluye las actividades de formación y educación, servicios de información científica, recolección de información de interés público, ensayos y normalización, estudios de viabilidad, actividades rutinarias de mejora del software. Una definición más precisa de las actividades de investigación aplicada y el desarrollo experimental es la siguiente (OMC 1994):

La "investigación aplicada" es similar a los conceptos de "investigación precompetitiva", "industrial" (en su sentido anglosajón) y/o "productiva". Esta consiste en la indagación planificada o la investigación crítica encaminadas a descubrir nuevos conocimientos con el fin de que éstos puedan ser útiles para desarrollar nuevos productos, procesos o servicios, o introducir mejoras significativas en productos, procesos o servicios ya existentes.

El "desarrollo experimental" es similar al concepto de actividades precompetitivas de desarrollo. Por éstas se entiende la traslación de descubrimientos realizados mediante la investigación industrial o productiva a planes, proyectos o diseños de productos, procesos o servicios nuevos, modificados o mejorados, tanto si están destinados a la venta como al uso, con inclusión de la creación de un primer prototipo que no pueda ser destinado a un uso comercial. También puede incluir la formulación y el diseño conceptual de productos, procesos o servicios alternativos y proyectos de demostración inicial o proyectos piloto, siempre que estos proyectos no puedan ser adaptados o utilizados para usos industriales o la explotación comercial. No incluye alteraciones rutinarias o periódicas de productos, líneas de producción, procesos de fabricación o servicios ya existentes ni otras operaciones en curso, aunque dichas alteraciones puedan constituir mejoras.

Los fondos del Programa de Innovación Tecnológica financian actividades de investigación experimental vía FONDEF (que se denominan "investigación científico-tecnológica" e "I+D tecnológica"), realizados por universidades y centros tecnológicos. También financia I+D experimental, vía FONTEC y FDI, realizada por centros tecnológicos y/o empresas.

Encuesta INE:

"DESAFÍOS DE LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN LA INDUSTRIA CHILENA"

A fines de 1995, el Instituto Nacional de Estadísticas realizó la primera Encuesta de Innovación Tecnológica en el sector industrial chileno, con la colaboración técnica y financiera de la Secretaría Ejecutiva del Programa de Innovación Tecnológica del Ministerio de Economía. También se contó con el apoyo de SOFOFA y ASEXMA. La Encuesta consultó a los ejecutivos de 541 establecimientos, con un grado de respuesta del 99%.

La encuesta mostró una significativa dinámica innovadora en los establecimientos industriales durante los últimos años. Simultáneamente se observó, sin embargo, una marcada heterogeneidad entre los establecimientos en relación al grado de innovación tecnológica. En efecto, en un 23,5% de las firmas se detectó un grado de innovación integral, habiendo realizado en el período 1993-1995 innovaciones de productos, de procesos y de gestión productiva de alta intensidad. En el otro extremo, un 30,3% de los establecimientos industriales prácticamente no habían introducido innovación alguna en ese mismo período. Los restantes establecimientos habían realizado innovaciones de diferentes tipos, con mayor o menor intensidad. Esto reafirma que un objetivo de la política tecnológica es acelerar el ritmo y el alcance de la difusión tecnológica en la industria.

También se constató que el grado de innovación tecnológica se incrementa a medida que crece el tamaño del establecimiento. No obstante, no es posible hablar de dualismo tecnológico entre grandes y pequeñas firmas. El 41% de las empresas de más de 1000 trabajadores registraron un grado de innovación integral, porcentaje que se redujo a casi un 21% en las firmas de 10 a 49 trabajadores, lo que no deja de ser una proporción significativa. Si se considera, además, que más del 60% de las 5000 empresas industriales son pequeñas, estas proporciones indican que la mayor parte de las empresas innovadoras son de tamaño medio y pequeño.

Otro aspecto que la encuesta puso de relieve se refiere a la innovación tecnológica para la calidad. El grado de difusión de sistemas avanzados de gestión de calidad parece ser bastante bajo en Chile. Aun cuando el control de calidad de los productos apareció como un objetivo importante de las innovaciones para un 39% de los establecimientos, sólo algo más del 20% de ellos declaró que el aseguramiento de la calidad en los procesos (calidad total) era un objetivo de importancia.

La encuesta constata que, con excepción de las grandes, la mayor parte de las empresas sigue utilizando los sistemas tradicionales de control de calidad por sobre el uso de sistemas de aseguramiento de calidad. Este resultado evidencia que Chile tiene ante sí un extraordinario desafío, y que es indispensable que el país culmine rápidamente el proceso de fortalecimiento de instituciones tales como el Instituto Nacional de Normalización (INN), el Centro Nacional de la Productividad y la Calidad (CNPC) y el Premio Nacional a la Calidad, y que se consolide un sistema regulatorio más avanzado como el que expresa la ley de Certificación de la Calidad, actualmente en trámite en el Congreso.

La encuesta constató que las principales fuentes de innovación tecnológica en la industria son la importación de nuevos insumos, maquinarias y equipos, por una parte, y las actividades, ya sean rutinarias o esporádicas, de investigación al interior de la firma, por otra parte. La utilización de equipos o insumos tecnológicamente avanzados, permiten un aprendizaje tecnológico en las empresas vía "learning-by-doing" o "learning-by-using". La innovación tecnológica que es endógenamente generada, por su parte, resultó ser mucho más importante que la colaboración entre empresas y universidades o institutos tecnológicos, la que es considerada como de escasa relevancia por gran parte de las empresas.

En 1995, la industria chilena gastó alrededor de US$ 87 millones en investigación y desarrollo (I+D), una cifra superior a la que se estimaba en las estadísticas disponibles. Este gasto representa el 0,77% del PIB industrial y alrededor del 15% del gasto nacional en ciencia y tecnología. Así, la industria chilena se sitúa por encima de países como Brasil y México, pero bastante por debajo de países como Nueva Zelanda y Noruega. Esto indica que, para un país que requiere incrementar su inversión en desarrollo científico y tecnológico, el esfuerzo industrial en I+D es creciente, pero todavía muy por debajo de los imperativos que la competitividad y la productividad imponen a este sector.

Más preocupante aun es el reducido núcleo de empresas que rutinariamente realizan un esfuerzo en I+D y en innovación tecnológica avanzada. En efecto, alrededor de 150 establecimientos industriales realizan gastos anuales en I+D superiores a US$ 100 mil, en tanto no superan los 90 en los casos de empresas que gastan más de US$ 200 mil al año en I+D. Ello reafirma el objetivo actual de la política tecnológica de ampliar ese núcleo, orientándose a constituir una "masa crítica" de empresas que gastan o financian I+D en forma sistemática, que sea capaz de dar señales y orientaciones claras al esfuerzo científico-tecnológico en Universidades y Centros Tecnológicos, apoyando así el proceso de difusión de la innovación tecnológica.

La Encuesta Nacional de Innovación Tecnológica en la Industria Manufacturera entrega numerosos antecedentes adicionales, que serán puestos a disposición del conocimiento público. Su realización constituye un avance, porque en materia tecnológica Chile no puede seguir "volando a ciegas". El país necesita conocer con precisión y rigor crecientes las características, las fortalezas y las debilidades de su esfuerzo en la modernización tecnológica. Ello permitirá enriquecer el debate nacional y orientar las políticas públicas y las acciones privadas.