VISIÓN  
ENCUESTA REVELA DISTINTAS LECTURAS DE LA GENTE ANTE LOS CAMBIOS TECNOLÓGICOS.
Entre el temor y la fascinación

La tecnología provoca prejuicios y un sentimiento de temor ante una nueva forma de hacer las cosas. Un estudio de opinión realizado por Quanta.


La innovación tecnológica, se quiera o no, invade la vida. Está penetrando las estructuras y seguirá haciéndolo inexorablemente. Pero, ¿qué entiende por innovación el ciudadano de a pie, el hombre de negocios y el profesional independiente? ¿Y cuál es la aceptación que cada uno le asigna a la palabra tecnología? Y lo más importante ¿qué percepciones y comportamientos provocan estos conceptos?.

De acuerdo a un estudio de opinión pública realizado por Quanta, sobre la base de entrevistas a empresarios, ejecutivos, trabajadores y estudiantes, la tecnología se asocia con cambio, eficiencia, avance, comodidad, automatización y calidad, en tanto que innovar es buscar lo nuevo, es la capacidad humana de imaginar, de crear, de mejorar la vida, de perfeccionar lo existente.

El concepto innovación se entiende así como una noción amplia que incluye lo técnico y lo concreto, pero también, como una nueva mentalidad y forma de enfrentar los desafíos y ver el mundo.

Símbolos externos de estos conceptos son el computador, por un lado, y el innovador, como imagen de la persona que encarna este proceso.

En la empresa la innovación es percibida como la herramienta necesaria para mejorar y aumentar la productividad, una vía imprescindible para lograr la ansiada competitividad.

Conceptos como innovación y tecnología no sólo sugieren juicios y pensamientos, lo racional, sino también sentimientos, actitudes, creencias, valores y emociones, todo lo cual hace que a nadie le sea indiferente este controvertido tema.

La tecnología es un nuevo poder, es una magia que ha traído al ser humano un mundo de posibilidades y alternativas, dicen algunos entrevistados.

Pero, así como se conecta con avances, mejorías y facilitación de la vida, también surgen aprensiones y miedos: temor a lo desconocido, temor a la cesantía y/o a aprender. Aparece de manera muy nítida la idea de perfeccionarse o morir.

De hecho, no aprender las nuevas prácticas y conocimientos asociados a la tecnología traería graves consecuencias, según los entrevistados: quedar excluido del proceso productivo (cesantía) y saberse incapaz, con la correspondiente pérdida de autoestima y autovaloración. Es la cara sombría del progreso.

Este fenómeno se da especialmente entre la gente mayor, a diferencia de los jóvenes que crecen jugando con las nuevas tecnologías.

Poder y exclusión

El acceso o no a la innovación es la diferencia que marca el destino de las pequeñas y medianas empresas en relación a las grandes empresas. Estas últimas tienen mayores posibilidades económicas de invertir en tecnología; por tanto, tienen más posibilidades de sobrevivir en un mundo globalizado.

Sin embargo, esta distancia no sólo está dada entre quienes pueden o no acceder a la tecnología; también, como lo destaca en el estudio un dirigente sindical, entre quienes comprenden y manejan la tecnología y quienes simplemente la operan.

Así se va creando una brecha en el acceso a una comprensión de mundo, junto con una distancia en el acceso al poder; es decir, quienes quedan fuera de la tecnología no sólo no pertenecen al mundo de los ricos, sino que están excluidos del mundo en su globalidad.

Según Javier Martínez, director general de Quanta, el secreto y, por ende, el poder, se van concentrando en unos pocos, en una casta privilegiada de mandarines de la tecnología que, en el fondo, son el gran obstáculo a la difusión de la nueva tecnología.

El problema es que en la medida que crece la brecha de poder, quienes quedan debajo de ella tienden a abstenerse de pensar cualquier innovación, que no tiene porqué ser tecnológica. Así, la democratización en el campo de la invención es fundamental para aumentar la creatividad y la productividad de las empresas y mejorar la competitividad del país, enfatiza Martínez.

Una de las expectativas no cumplidas por la innovación tecnológica en Chile, es la promesa social sobre la llegada de nuevas maneras de hacer las cosas, la promesa de mejorar la calidad de vida de la gente, de darle mayores comodidades.

Esto no ha sucedido -señaló un líder de opinión en la encuesta-.

Por el contrario, se aprecian fenómenos de marginación al interior de grupos hoy integrados.

Es que la carrera por elevar la productividad ha llevado a una presión que imposibilita tener una buena calidad de vida. En todos los niveles de la escala jerárquica, las horas de trabajo han aumentado en vez de disminuir. De hecho nuestro país tiene el récord mundial de horas trabajadas por semana. Se ha perdido el dominio sobre la propia vida, la que ya no se regirá por la búsqueda de felicidad y bienestar sino por el ritmo imperativo de la tecnología, se lamentaba un entrevistado.

Sin embargo, también se ven aspectos positivos. Como el ahorro de tiempo, en especial en tareas rutinarias, lo que permite realizar actividades que puedan dar más satisfacciones. Otros destacan la tecnología como una herramienta para hacer la vida más fácil, o como puerta al mundo, en especial en el plano de las comunicaciones.

Para muchos, innovar es encantamiento. Ven la innovación tecnológica como una herramienta que, a modo de varita mágica, da la posibilidad de crear lo inimaginable, de lograr lo imposible.

Este poder es visto como un aumento de las capacidades humanas, sobre todo en los niños, para quienes el acceso a la tecnología es más fácil y natural.

Hacia un cambio cultural

Sin embargo, el encantamiento que produce la tecnología conlleva riesgos culturales como el individualismo y una disminución de la capacidad de relacionarse con otros. Se han perdido tradiciones. Tiene influencia negativa en el ámbito social y en la convivencia familiar, se destaca en forma unánime.

De ahí que el proceso de introducción de tecnología e innovación tiene que ir acompañado de un cambio cultural; debe existir una mentalidad acorde a los cambios. Si esto no se da, es muy difícil lograr su real y beneficiosa incorporación.

Lo especificaron los propios encuestados: Toda esta cosa de avanzar y ser un país desarrollado tiene que ir aparejada con un cambio de mentalidad, Somos un país pobre jugando con las cosas de los ricos, El conservadurismo cultural existente crea un choque con la innovación, etc.

En ese sentido, algunos líderes de opinión son categóricos al afirmar que los innovadores deben preocuparse por el desarrollo humano y no evaluar la innovación tecnológica y el desarrollo con meros parámetros económicos.

Asimismo, se critica que en el país no se discuta el tema de la tecnología. Sólo se dan discusiones cortoplacistas, sin que se enfrenten los reales problemas que acarrea, planteó una persona. Y como la innovación supone una integración de cultura y tecnología, ésta no logra consolidarse.

En este aspecto -salvo el líder empresarial- se le asigna un importante rol al Estado. Los encuestados sostuvieron que este debía ser un facilitador y un apoyo constante de las iniciativas privadas, cuidando de no estorbar y dificultar estos procesos; igualmente, se le asigna el rol de educador y capacitador.

 
Revista Correo de la Innovación.
Copyright © 1997
BARRERAS Y TRABAS

Javier Martínez, de la consultora Quanta, identifica varias barreras al interior de las empresas que dificultan e inclusive secuestran la posibilidad del cambio tecnológio. Por ejemplo:

  • El apego a las formas habituales de producir.
  • La jerarquización de las empresas. Mientras más autoritaria ésta, más tiende a proteger el poder de la casta tecnocrática.
  • El lenguaje de las revistas de informática, escritas sólo para quienes participan del secreto.
  • La conciencia que los expertos tienen del poder que les da su especialidad, y que se niegan a ceder.
  • Los cursos agrandan la brecha.La experiencia indica que lo importante es ponerse a jugar y ver cómo funcionan las cosas. La gracia de la nueva tecnología es que no requiere cursos. Los secretos ya no son tal.