OPINION
 
La Innovación Conservadora

Fernando Paulsen
periodista

Una de las principales características de las innovaciones es que tienen que romper con lo que ha sido la práctica tradicional en el área donde se pretenden aplicar.

Esto, que suena de perogrullo, puede transformarse en un problema nada menor. Porque la obsesión de ser innovador hace con demasiada frecuencia creer que el invento o tecnología novedosa es la que manda -la que debe mandar- por sobre las consideraciones propias de la tecnología o hábito que se pretende dejar atrás. Y este determinismo de considerar que las reglas de la innovación son prioritarias puede crear dificultades serias a nivel de la cultura o los cambios de comportamiento de algunos contenidos por ellos modificados.

Veamos algunos ejemplos. Nadie puede desconocer que el peoplemeter es una tecnología moderna y más idónea para medir sintonía televisiva que el antiguo sistema del cuadernillo, que actuaba por recordación, lo que lo hacía fácilmente manipulable.

Pero también es cierto que la innovación del peoplemeter trajo consigo no sólo una medición del rating, sino un cambio radical en la manera de estructurar contenidos, de tratar el tema cultural, de pensar en la rentabilidad programática de las distintas cadenas de televisión.

La lógica de jugar para obtener el mayor rating medido minuto a minuto, día a día a través de impulsos digitales provenientes de los hogares de la muestra ha hecho que los ojos se fijen más en la sintonía que en la calidad de la oferta, y en aquellos componentes que agradan a las estructuras socioeconómicas más influyentes en la composición del rating total.

El peoplemeter es hoy un Frankenstein de la televisión chilena: una innovación indudable, pero que ha generado una subcultura programática en torno suyo plena de bastardización y prioridades distorsionadas que, en definitiva, pueden terminar por afectar sensiblemente la credibilidad, alcance nacional y respaldo institucional de la televisión como medio de comunicación.

Así las cosas, ante cada innovación cabría preguntarse: ¿de qué forma acceder a esta modernidad me cambiará la forma de hacer las cosas, cómo las siento y necesito? Se quejaba Emile Mc Cannany, un experto en comunicación de innovaciones de la Universidad de Texas, que la entrada de la televisión en muchos países tercermundistas, a principio de los ochenta, no trajo como efecto instantáneo más violencia o erotismo en las culturas nativas, sino una alteración de los tiempos de producción: Se detectó que de las 9 ó 10 horas de trabajo diario en el campo, se pasó a una reducción de la jornada laboral agrícola, porque los campesinos necesitaban llegar a ver sus nuevos programas favoritos. La televisión alargó la temporada de cosechas porque los campesinos paraban su jornada de trabajo a la hora de la teleserie.

Cuando se busca innovar en la organización, generalmente el énfasis y la mira están puestas en el cambio, en lo que viene a reemplazar lo existente. Por ello, puede menospreciarse mucho lo que conviene mantener de la cultura basada en el hábito antiguo.

Una tecnología digital puede provocar despersonalizar las relaciones; un cambio organizativo puede estimular una competencia dentro de la empresa que cambia el carácter del trabajo en equipo; una cultura de la innovación por la innovación puede evitar que uno se fije en aquello que no merece cambiarse porque está bien como está (nadie proclamaría que hoy el fútbol podría jugarse en privado y los espectadores sólo acceder al partido indirectamente por televisión, para controlar barras bravas o aumentar ingresos publicitarios).

En un momento en que pensar en las innovaciones está in y los seminarios al respecto abundan, quizás conviene pensar en qué vale la pena conservar a pesar de que cambien la tecnología o los métodos de organización.

Lo contrario es fetichizar la innovación, abominar del pasado, porque no viene en el set de la nueva tecnología, y esperar hasta que la obsolescencia de lo recién llegado dé paso a una innovación que la reemplace integralmente.

Si esto es lo dominante, prefiero quedarme con la lógica de un aviso de la última revista Wired, especializada en comunicación digital y llena de avisos de computadores, módems, scanners y de-un -cuanto-hay en computación. A toda página, entre tanta tecnología, hay una fotografía enorme y un título simple: Este es el único producto en esta revista que no estará obsoleto antes de que termine el año. La foto es de un par de zapatillas.

 
Revista Correo de la Innovación.
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"Cuando se busca innovar, el énfasis está puesto en el cambio. Ello puede menospreciar lo que conviene mantener de lo antiguo".