OPINAN
 
PROMOVER NUEVOS VALORES

Mario Zañartu S.J.
Director de la Campaña por la Vida Buena

En nuestra era de mercado todo se vende, todo se compra. Y quien no acepta esta verdad está fuera de la realidad. Quien pretende hacer cosas que requieran colaboración de otras personas, debe pagarlas, someterse al mercado. Los grandes fracasos de obras buenas se deben a que no se recurrió a financiarlas adecuadamente, o no se contrató las capacidades requeridas. Es el fracaso de los ilusos.

Para vender vida buena, habría que vender virtudes. ¿Existe un nicho insatisfecho de demanda de virtudes? ¿Quién compra-vende lealtad, esfuerzo, solidaridad, generosidad, ternura, acogida, tolerancia y otros componentes constitutivos de la vida buena? Existe, es cierto, una demanda insatisfecha de felicidad. Pero ¿se consigue la felicidad por medios que se pueden comprar-vender en el mercado? A primera vista pareciera que un incremento en riqueza, ingreso, consumo, placer, conducen directamente a la felicidad. Lo mismo pareciera suceder con el poder, es decir, con el número de gente que me obedece, que hace lo que yo les ordeno. Y por último pareciera que la felicidad también dependiera del reconocimiento, honor, fama, alabanza que yo pudiese obtener. ¿Y son todos bienes de mercado? Aunque fueran bienes obtenibles en el mercado, como camino a la felicidad tienen un vicio de fondo. Puede presentarse el caso de que sacrificando valores, sacrificando amores o sacrificando personas se aumenten los recursos, se aumente el poder o se aumente la fama. ¿Se aumentaría por ello la felicidad? Para claridad analítica, llevemos las tres situaciones a sus extremos.

Creo que el extremo de la riqueza (el Rey Midas que ha convertido todo en oro con su varita mágica), el extremo del poder (el tirano absoluto universal que ha convertido a todas las personas en obedientes robots), y el extremo de la fama (los dioses de las multitudes que las han convertido en sus adoradores) erraron de blanco. En vez de la ansiada felicidad han llegado al extremo aislamiento: sin ninguna persona a quien amar ni nadie por quien ser amado. Es el aislamiento total, la incomunicación absoluta, la máxima infelicidad. Tal pareciera ser el resultado de la absolutización de la era del mercado.

Hay que innovar. Fuera del mercado se puede generar ternura, comprensión, solidaridad, confianza, esperanza, amor y alegría. Son estos componentes de la Vida Buena el camino a la felicidad auténtica. Y la Vida Buena puede ser promovida por mensaje de los medios de comunicación de masas. Su recordación universal facilita un segundo paso: inculcarla como actitudes corrientes en los procesos de educación de niños y adolescentes. Es lo que está haciendo la Campaña por la Vida Buena en el trienio 1995-1997.

 
Revista Correo de la Innovación.
Copyright © 1997

El extremo de la riqueza, del poder y de la fama erraron de blanco: en vez de la ansiada felicidad han llegado al extremo aislamiento.