PIONEROS  
UN EMPRESARIO QUE ROMPE EL MOLDE
Roberto Fantuzzi
Que cada cosa que hagamos, sea algo distinto a los demás, es la norma que Fantuzzi aplica a todas sus actividades, a la vez que reconoce que innovar a veces significa fracasar.

Son las ocho de la mañana y el empresario Roberto Fantuzzi ya está en su oficina, en el tercer piso del World Trade Center, leyendo los diarios, tomando café, enviando un fax y preocupándose por el hogar de menores Cardenal José María Caro, de la Pintana. El presidente de la Asociación de Exportadores de Manufacturas (Asexma), es un hombre hiperkinético que no elude las polémicas y dice siempre las cosas de manera directa. Su amistad con el sacerdote jesuita Felipe Berríos lo llevó también a apoyar el proyecto del colegio Infocap -ubicado en Departamental con Santa Rosa- que da trabajo a cesantes, pobres y reos rehabilitados.

La labor gremial consume ahora casi todo su tiempo y lo mantiene lejos de su fábrica, que elabora cerca de 300 productos distintos, entre ellos sus famosas ollas, visibles en cientos de miles de cocinas en el país. Para él, la innovación es utilizar los recursos de la capacitación. Porque la capacitación significa conocimientos. Y los conocimientos, de alguna manera, tocan la fibra de la creatividad. Y la creatividad es innovación.

Por eso le asombra que en Chile se utilice el 0,3% de la planilla de salarios, mientras que en los países asiáticos el porcentaje es de 3,6. Ellos invierten y acumulan capital humano doce veces más de lo que nosotros hacemos anualmente. Y esto significa que ellos mejoran su redistribución del ingreso y, en el caso nuestro, la empeoramos.

Fantuzzi cree que la redistribución del ingreso no se conseguirá con mayor tributación sino cuando las personas puedan incorporar mayores conocimientos a lo que está haciendo. Aunque reconoce que la innovación también puede formar parte del talento de una persona, piensa que el país no puede vivir del talento de unos pocos y que los talentos hay que desarrollarlos.

Según su análisis, en las empresas el espíritu innovador se logra a medida de que éstas van introduciendo nuevos conceptos tecnológicos. Se les abren nuevos horizontes, que antes jamás hubieran tenido.

En su caso, cuenta con una especie de técnica para todas sus actividades: que cada cosa que hagamos, sea algo distinto a los demás. Aplica la norma a cada momento: al escribir cartas, dirigir seminarios o hablar con la prensa. Fiel a ese espíritu, regaló una vez al Canciller José Miguel Insulza unos guantes de boxeo, cuando empezó la pelea para el ingreso de Chile al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta). Él piensa que las ideas están en el aire, y lo único que uno hace es tomarlas.

Reconoce que innovar a veces significa fracasar, y cita el caso de la exposición que Asexma montó en Rusia, mercado donde algunos empresarios chilenos están haciendo buenos, negocios, pero cuya penetración ha sido bastante difícil.

Salirse de las pautas generales implica riesgos y él, como empresario, también los asume. La última y más traumática experiencia fue aplicar en su empresa un proceso de desarrollo tecnológico de punta, que incluyó a cuatro sofisticados robots. El problema, descubrió, es que en Chile la tecnología blanda (capacitación, educación) no va amarrada con la tecnología dura.

 
Revista Correo de la Innovación.
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