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COOPERACION
La apuesta de Ambrosoli
Base del explosivo crecimiento experimentado por Industrias Ambrosoli ha sido el inédito sistema de participación del personal en el rumbo de la empresa.

Una imagen inusual en cualquier compañía chilena: en una misma mesa discuten sobre el desarrollo de la industria, las mejoras en los sistemas de producción y la incorporación de nuevas tecnologías, altos ejecutivos, operarios medios y obreros. Inusual, pero no irreal.

Al menos se ve periódicamente en Industrias Ambrosoli en un singular caso de colaboración y participación intra empresarial.

A mediados de los `80, Ambrosoli se vio ante la misma disyuntiva que buena parte de las empresas chilenas: si quería crecer tenía que lanzarse a abrir mercados. Para ello era necesario aumentar los volúmenes de producción y, por tanto, enfrentar un tema siempre delicado en una empresa: la mejora en la productividad. Sin embargo, y a diferencia de muchas de sus símiles, este proceso no se enfrentó tomando el fácil camino de la adquisición de nueva maquinaria y la reducción de costos vía menor mano de obra. La estrategia fue más global: modernizar la maquinaria, pero manteniendo el nivel de personal y estableciendo una nueva relación entre éstos y el empresariado.

Acordar la productividad

El infaltable temor a perder el trabajo o el previsible malestar ante las nuevas exigencias de metas de la empresa no se convirtieron en un conflicto abierto. Desde un comienzo las partes fijaron sus parámetros y crearon una metodología precisa para abordar algunos aspectos claves. De muestra sirva el acuerdo en los índices de producción kilo-hora- hombre. Para Patricio Asenjo, presidente del sindicato de empleados, "esto no hace más que proteger y lograr reconocimiento para los trabajadores empeñosos, a la vez que detecta a los deficientes". Las cifras hablan por sí solas: el aumento de estos índices ha sido de entre un 15 y un 20% anual en la última década.

Además de las reuniones abiertas donde los operarios pueden expresar sus opiniones acerca de los cambios, existe un sistema interno denominado Cidi (Centro Impulsor de Ideas). Se trata de un verdadero banco donde se acogen y estudian todas las iniciativas y proyectos que cualquier trabajador presente para impulsar mejoras en el funcionamiento de la industria. "Muchas veces, a la hora de desarrollar un nuevo producto o antes de adquirir nuevas maquinarias, la opinión de los mismos operarios ha resultado fundamental. Y es lógico, porque quienes están en contacto directo con las labores tienen una experiencia muy rica que aportar", explica Giancarlo Capelli, gerente de producción de la industria.

Pero en suma ¿cómo se ha llegado a esta especie de empresa feliz? ¿Acaso no es esto lo que busca cualquier empresa? Si es así, ¿cómo es que esa imagen inicial sigue siendo inusual? "La clave está en que las jerarquías no son tan verticales y tienden a fundirse.

Acá no es extraño ver a gerentes en las bodegas o revisando el proceso de una maquinaria; no se ha perdido ese contacto directo con la parte operativa. Y ese contacto otorga una visión especial. Una visión de la que surgen ideas". Esta cultura de pequeña empresa trasladada a una grande es la que Capelli propone.

No muy lejana es la opinión de Patricio Asenjo, aunque éste pone el énfasis en los estímulos: "Un trabajador que se siente estimulado y apreciado en su lugar de trabajo, y que cree que su labor está justamente remunerada, sin duda va a tener una mejor disposición y va a aprovechar todas las instancias para expresar sus opiniones o ideas respecto al funcionamiento de la empresa", señala.

 
Revista Correo de la Innovación.
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