OPINAN
 
Por el camino del asombro

Eric Goles

Recuerdo unas frases que leí en un libro autobiográfico de Richard Feynman, Premio Nobel, quien decía que cuando era un niño, su padre solía llevarlo a un pequeño bosque cerca de su hogar. Juntos pasaban horas, él preguntando y su padre respondiendo, a veces, sobre la diversidad que puede encerrar un bosquecillo lleno de maravillas. Feynman recuerda estas vivencias como sus mejores lecciones sobre capacidad de asombro y curiosidad por lo que nos rodea.

Casualmente, hace algunos años, mis hijos se entusiasmaron con un curso de paleontología para aficionados, al que los acompañé sábado tras sábado, durante todo un año. Allí, en las salidas a terreno para contemplar lo que nuestra tierra guarda de su pasado, volvió a cobrar sentido el recuerdo de Feynman. Nos fuimos asombrando, mis hijos y yo, ante la comunión que tuvo lugar entre un grupo de edades y niveles de instrucción tan diversos, sin embargo, la capacidad de creación que tiene la naturaleza nos envolvió y creo que aquélla fue la primera ocasión en que percibí con claridad que es posible hacer difusión más que de ciencia, del entusiasmo por conocer, de transmitir a mucha gente la curiosidad que, en particular, deben tener los científicos y que es comparable a la de los niños.

Un tiempo después, pude sumar a mis aventuras una notable experiencia. En enero de 1996, junto al director del Museo de Ciencia y Tecnología, Roberto Hojman (hombre cuya pasión por difundir la ciencia en este país sólo es comparable a la porfía con la que intenta mantener a flote ese museo) tuvimos la idea de juntar a una veintena de niños entre nueve y doce años durante tres días y por espacio de tres horas diarias, tratando de proponer preguntas sobre temas de matemáticas de verdad y...en lo posible, que ellos mismos obtuvieran algunas respuestas y, en consecuencia, nuevas preguntas. Fue realmente asombroso. El interés, la manera en que discutíamos y el entusiasmo con que trabajaban, llevó, por lo menos a que más de la mitad demostrara, en una versión adaptada para ellos, un importante teorema que se ve, ...cuando se ve, en primer año en la universidad.

Bien, por allí viene mi interés por difundir más que ciencia, capacidad de asombro, entusiasmo y curiosidad por nuestro entorno. Estoy convencido de que este acercamiento es vital en nuestro país para que la gente incorpore la curiosidad a su vida cotidiana y de allí comprenda un poco más los porqués de la ciencia y los porqués de la creación. Somos curiosos y tenemos en nosotros mismos la posibilidad de apasionarnos por la ciencia, que en algunos llega a ser franca necesidad vital. Y esto no tiene nada que ver a priori con resolver problemas que sean necesarios o útiles; primero inventamos, resolvemos por satisfacción personal o para contarlo en nuestro entorno inmediato. Para que nos quieran, diría García Márquez. Después, sólo después, viene lo eventualmente útil.

"Tío, ...¿esto es matemáticas?" me preguntó uno de esos niños el día final del curso. Me gustan nuestros niños, me gusta la gente de cualquier nivel sociocultural que quiere seguir asombrándose con lo que le cuentan, con las ventanas que uno puede abrir y ellos pueden empujar, ese interés me gusta, me aporta y me entusiasma. Y ellos se sorprenden al ver que un científico, mítico y lejano ser, tal vez loco, quizá genio, es un señor que habla lo que ellos hablan, se sorprende como ellos con los regalos de la ciencia y de la naturaleza, se emociona y ama al igual que toda la especie humana.

Una ventana en la TV

Desde esa perspectiva ha sido mi participación en el programa Enlaces. Fueron hilvanándose algunas situaciones, una cosa llevó a la otra y una casualidad no tan casual me colocó en el sitial privilegiado de conducir Enlaces, ventana que se abre a miles de chilenos que reciben en la intimidad de su hogar mensajes que dan cuenta de cómo la ciencia y la tecnología, se instalan hoy en el mundo, en el país y en algún lugar de Chile, y, por lo tanto, en nuestras vidas: un tratamiento para la artritis, operaciones cerebrales, robótica, viajes interestelares, el cuidado de nuestra casa, la tierra, y también en nuestro mundo más privado, el de los sueños, de la creatividad, del dolor y del placer.

Enlaces ha sido una magnífica oportunidad para seguir conversando con la gente de los temas que me apasionan, de lanzar preguntas, de aproximar respuestas.

No es un programa pasado por Zonalin, en que un conductor de caricatura medio chiflado, medio genial presente hechos consumados de la Ciencia y la Tecnología. No contempla miradas paternalistas ni enfoques cuadrados, pero lo que sí busca es constituirse en un espacio de planteamiento de preguntas, de exposición de situaciones que merecen nuestro interés y cuidado, como también las soluciones que el desarrollo de la Ciencia y Tecnología aporta día tras día para enfrentarlas y no sólo soluciones tecnológicas o científicas, sino que estén integradas a la creación en otros ámbitos de la cultura.

Es un programa para todos, hecho por gente como todos... y el conductor, yo, frente a las temáticas tratadas, se apasiona y maravilla, muchas veces desde una ignorancia bárbara, lo que en esto de crear es a menudo ventajoso...La gente percibe y aprecia este modo de enfrentar el conocimiento y esto es muy valioso, pues saca al científico de la marginalidad dorada del sabio inalcanzable y lo incorpora a la cultura de todos.

Allí reside mi interés por posicionar temas de la ciencia y la tecnología y un poco más allá de ellas , temas que busquen emocionar, integrar conocimientos a una cotidianeidad saturada de información chatarra, miradas que hagan conciencia, que nos asombren y nos lleven a mejorar nuestra vida en un pequeño país inserto en este bello planeta, desde lo científico y también, desde lo profundamente humano.

 
Revista Correo de la Innovación.
Copyright © 1997

"Tío, ...¿esto es matemáticas?" me preguntó uno de esos niños el día final del curso"