OPINAN
 
La Justicia social hacia el 2010

Jorge Lavandero,
Senador

Me parece extremadamente difícil que podamos proyectar una sociedad moderna, descentralizada, con desarrollo regional y de mejor calidad de vida si no nos preocupamos primero de corregir nuestro actual modelo de sociedad.

El Chile de hoy presenta desigualdades tan enormes, como que el 20% de los más altos ingresos dispone de más del 62% del PIB, en tanto al resto, incluidos los trabajadores y la clase media, les queda menos del 38% de todo lo que el país produce.

Casi cuatro millones de chilenos, que corresponden al 20% de los menores ingresos, obtienen apenas un 3,5% de lo que el país produce, y de ese porcentaje existen casi dos millones de chilenos que sobreviven con menos de $ 20.000 mensuales.

Todo esto contribuye a que este país tenga el raro privilegio de ser el país que más crece y, a la vez, en el que más profundamente se produce una sociedad injusta y desigual.

¿Cuál es la proyección de la sociedad chilena hacia el 2010? La proyección a la que hemos llegado con un conjunto de economistas es que podrá seguir creciendo el país macroeconómicamente, pero la brecha de injusticia entre los sectores de menos y más altos ingresos será mayor.

Hemos estimado que el 20% de la población de más altos ingresos, de aquí a diez años, si las condiciones no varían, tendrá una participación del PIB de un 75%, en tanto el resto -el 80% de los chilenos- alcanzará a un 25% de lo que el país produce.

Esta injusticia social tan grande e inherente al modelo, romperá toda posibilidad de igualdad de oportunidades lo que, inevitablemente, nos conducirá a graves conflictos sociales que nos podrían paralizar o hacer retroceder en nuestra fulgurante posición de crecimiento.

El modelo neoliberal con una economía desrregulada nos ha convertido en un país injusto y desigual. De estos planteamientos surge una serie de preguntas que es necesario enumerar.

¿Este modelo es bueno o malo para las grandes mayorías del país? ¿Qué significa a la postre que un país pequeño esté adherido a grandes potencias y por su intermedio a colosales transnacionales? ¿Cuál será el futuro de la empresa chilena si hasta la más grande, con excepción del cobre, son pequeñas o medianas en el contexto internacional? ¿Seguiremos el mismo camino de cesantía y marginación que se está produciendo en otros países por este mismo efecto? ¿Nos convertiremos, por algún tiempo, hasta que se agote, en productores de materias primas sin valor agregado alguno? Estas y otras preguntas son las esenciales, que, entre todos y con honestidad, tendremos que hacernos y contestar. Mientras tanto, me parece que podemos romper el fatalismo y la frustración de ver cómo hoy se nos escapan algunos valores fundamentales para la convivencia de nuestras sociedades.

El consumismo y la superficialidad que implica, la sustitución del trabajo por la exaltación de la especulación y el dinero fácil, la falta de seriedad en hacer las cosas bien, las ansias de tener -como objetivo principal- reemplazando la importancia de ser: todo esto debemos transformarlo en la valorización de la persona por su honestidad y sentido del trabajo. La solidaridad y la justicia deberán ser nuestros objetivos finales.

Si estamos pensando en un Chile distinto hacia el 2010, tenemos que buscar la solución al oscuro panorama actual, el cual podríamos llegar a resolver con voluntad política.

Sin embargo, más importante aún parece ser nuestra toma de conciencia de estos aspectos perversos del sistema, por lo cual propongo un verdadero decálogo para la justicia social. Esta acción, como parte de un todo, al menos podría aminorar la creciente desigualdad que afectará muy gravemente al Chile del 2010.

Para construir una sociedad más justa debemos mantener las políticas macroeconómicas que permiten el desarrollo del país. Sin embargo, debemos crear condiciones necesarias para que se dé una mayor igualdad de oportunidades a través de mejorar la injusta distribución de los ingresos. Para ello, es preciso lo siguiente:

  • Cambiar la estructura tributaria. Los que ganan más deben contribuir más.

  • Subir la tributación de las empresas que hipotéticamente están gravadas con un 15% y que al final no pagan nada. Paralelamente se debe bajar la tributación de las personas que puede alcanzar a un 54%.

  • Disminuir la evasión tributaria que alcanza a US$ 3.600 millones anuales.

  • Desarrollar una política de ahorro y, si es necesario, con fuertes incentivos.

  • Fortalecer el poder regulador y fiscalizador del Estado.

  • Promover el desarrollo y fortalecimiento de las organizaciones sindicales y de consumidores que permiten un mayor equilibrio.

  • Consolidar y formalizar la pequeña y mediana empresa.

  • Implementar aceleradamente proyectos de capacitación y educación.

  • Modernizar el Estado, mejorando los deprimidos ingresos del sector público.

  • Actualizar el gasto social orientado a mejorar los ingresos de los jubilados y montepiadas inferiores a dos canastas familiares, las pensiones asistenciales y la asignación familiar.

     
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"Debemos crear condiciones necesarias para que se dé una mayor igualdad de oportunidades a través de mejorar la injusta distribución de los ingresos".