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Alarma en el ciberespacio
El escritor y urbanista Paul Virilio lanza una feroz alarma en medio del consenso y entusiasmo que ha despertado el desarrollo de Internet. En Cibermundo: ¿una política suicida?, el autor prevé un deterioro de nuestra relación con el espacio real y el tiempo histórico en manos de las redes. Por Paul Walder

El mundo es un pañuelo, el mundo en sus manos, se escucha con frecuencia en la publicidad de nuevas tecnologías de comunicación y del transporte. Frases inspiradas en las ideas de ubicuidad, instantaneidad y velocidad, que para el arquitecto francés Paul Virilio son un síntoma de haber alcanzado un concepto de vida en tiempo real que peligrosamente ha dejado atrás nuestra histórica relación con el espacio geográfico y con nuestros congéneres.

Con las nuevas tecnologías de la información vivimos un tiempo real conectados en forma simultánea con otros rincones del planeta que no tiene relación con el tiempo histórico ni con la noción de espacio terrestre. Perder estas nociones es tener un planeta violado en su tamaño natural, es perder nuestra noción de cuerpo y su extensión en el territorio, sostiene el autor. Es terminar en un cuerpo inválido, inmóvil, donde las relaciones virtuales en tiempo real han mutilado las relaciones con el otro.

Virilio, nacido en Francia en 1932, ha escrito desde 1975 una docena de libros inspirados en los efectos de la velocidad de las comunicaciones en las organizaciones sociales, la economía, las estrategias militares y la política. Sus análisis de los efectos de la modernidad pueden considerarse, hoy día, como una de las pocas voces que han criticado radicalmente los elogios vertidos por sectores técnicos y científicos sobre las nuevas tecnologías de la información. Una crítica necesaria, pues sin libertad de criticar la técnica no hay progreso técnico, sino sólo condicionamiento (&) y cuando este condicionamiento se vuelve cibernético (&) la amenaza es considerable. Sin ser apocalíptico, Virilio habla de un eventual cataclismo, de la posibilidad de un accidente global generado por una tecnología global. Toda tecnología tiene su lado oscuro, negativo; con el avión surgió el riesgo de la caída, con el barco el hundimiento, con el automóvil& Sin embargo, hasta la fecha habían sido accidentes aislados, locales y situados con precisión. Sólo con la interconexión de las redes en tiempo real surge el riesgo del accidente global, un evento que involucre en un mismo momento a la totalidad del mundo.

Antes que crítico de cine o historiador militar, Virilio es un urbanista. Y es probablemente desde aquí donde surge su más radical y alarmante crítica. Junto a la desurbanización de las ciudades, con los suburbios de bloques uniformes, aparece la virtualización de las relaciones. Cuando la convivencia urbana se deteriora, cuando ya no existe el espacio público, aparece como sustituto el dispositivo virtual. Y allí, como lo podemos ver diariamente en los noticiarios de televisión, para el ciudadano tiene más relevancia en su vida lo lejano virtual que lo cercano real. La tendencia es hacia la desintegración de la comunidad de los presentes en beneficio de los ausentes. El hecho de estar más cerca de aquel que se encuentra lejos que de aquel que está junto a uno es un fenómeno de disolución política de la especie humana. La pérdida del cuerpo propio conlleva la pérdida del cuerpo del otro, en beneficio de una especie de espectralidad de lo lejano, de aquel que está en el espacio virtual de Internet o en la ventanilla de la televisión, concluye.

En el pensamiento de Virilio hay una profunda concepción ecológica. Las tecnologías han conducido a una pérdida del propio cuerpo, de las relaciones que establecemos con la naturaleza. Así como hay una polución de la naturaleza hay una polución de la dimensión natural. Si bien cada tecnología junto con sus beneficios considera también una pérdida el ascensor conlleva la pérdida de la escalera, el ferrocarril subterráneo la del paisaje, con las digitales la pérdida es mayor que lo adquirido: no es posible compensar la pérdida del cuerpo, del mundo real. Las ciber-amistades, el ciber-sexo no pueden compensar la falta de contacto.

A diferencia de Baudrillard, que desarrolló el concepto de la simulación de los eventos por medio de las tecnologías, Virilio ha acuñado el concepto de sustitución de la realidad. Si para Baudrillard la simulación es la experiencia falsa de un referente verdadero, para Virilio el accidente ocurre con la sustitución de un evento real por uno virtual. Se ha ingresado en un mundo en el cual hay dos realidades, dos mundos en coexistencia. Algo similar no ha sucedido en la historia de la humanidad.

En el texto de Virilio no hay complacencias frente al rumbo que ha tomado el progreso. Su voz puede ser radical, extrema, pero es un necesario espacio de reflexión frente a la carencia de crítica y a los generalizados elogios que acompañan el desarrollo de las tecnologías digitales.

 
Revista Correo de la Innovación.
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Globalización y personalización

Director de Reuna, Florencio Utreras comparte algunas de las aprensiones de Virilio. Pero, de otras, discrepa totalmente.

Doctor en Matemáticas de la Universidad de Grenoble y director de Reuna, Florencio Utreras no desconoce la ácida teoría crítica de Virilio, sin embargo, valida a Internet como un espacio de generación cultural.

En uno de los aspectos que coincide con Virilio, aunque parcialmente, es respecto a las distorsiones que crea la oposición de un tiempo real y un tiempo histórico, a través de los medios electrónicos.

La percepción que tienen las personas que se enfrentan a un mundo globalizado, en el que son testigos en tiempo real de acontecimientos que están ocurriendo en otras latitudes, crea una sensación de proximidad con esos hechos diferente de la que podrían tener aquéllos que sólo se informan de los mismos por la prensa escrita o la radio. No obstante, también se genera una falsa sensación de artificialidad: por ejemplo, la Guerra del Golfo parecía una mala película de acción al verla por CNN, argumenta. Esto quiere decir, agrega, que la realidad percibida a través de los medios en tiempo real, en particular la televisión, pasa por un filtro que la vuelve aséptica, alejándonos del verdadero significado de los acontecimientos. En realidad no asimilamos como propias las situaciones que ocurren a distancia y, en consecuencia, la transmisión de cultura se dificulta y no ocurre el tan anunciado aplanamiento cultural mundial.

A diferencia de los medios de masas en tiempo real, en Internet ocurre un fenómeno que Utreras destaca en forma positiva: Culturas que no habían tenido acceso a la difusión o se habían mantenido marginadas de los grandes medios, han encontrado en Internet un vehículo de comunicación. Los ejemplos abundan, dice Utreras, y menciona varios: la actividad generada en EE.UU. con la cultura sioux, o los aborígenes de Nueva Zelandia que están enseñando y buscando formas de preservar su lengua, e incluso en Chile donde se pueden encontrar clases de mapundungun. Las culturas locales han encontrado espacios en la lógica del tiempo real.

Donde sí Utreras apoya a Virilio es en el temor al surgimiento de dos nuevas clases de ciudadanos, una informada y conectada y la otra viviendo su tiempo histórico.

Es peligroso mantener a Internet como un producto de elite. Los que están conectados, los que están informados, los que pueden percibir las oportunidades están en la Red; serán ellos la elite económica mundial. No podemos permitir que la mayoría quede fuera y esté condenada a una situación económica marginal. Los costos de los elementos necesarios a la conexión y las barreras idiomáticas actuales harán imposible un acceso igualitario, a menos que el Estado asuma su rol subsidiario, sostiene.

El poder absoluto

Virilio afirma que la velocidad de las comunicaciones en Internet es una velocidad absoluta, lo cual puede entregar, a quienes ostentan el poder, un poder absoluto. Una afirmación radical que podría situarse en el terreno de la ciencia ficción. Utreras recoge este temor: Internet y las tecnologías de transmisión entregan potencialmente el poder absoluto. Hay algunos hechos que se han dado recientemente que apuntan a darle la razón a Virilio: países como Singapur o China controlan el acceso de los ciudadanos a Internet, asegurándose que la información a la que tengan acceso sea la correcta . Por otra parte, algunos gobiernos como el de Estados Unidos y algunos países ligados a la OECD están tratando de impulsar la obligatoriedad de usar tecnologías de encriptación con una llave maestra, que permita a los servicios de seguridad de los países proteger a los inocentes de los terroristas o delincuentes, permitiéndoles escuchar las conversaciones electrónicas.

Todos sabemos que éstas son armas de doble filo. Sin embargo, las ciudadanías de los países han reaccionado con firmeza y existen ejemplos notables de cómo el uso de la tecnología puede ser el remedio contra dichas tentaciones. Por ejemplo, fue vía Internet que se conocieron las primeras noticias del intento de Golpe de Estado en la ex Unión Soviética en 1990. Ciertamente no creo que la tecnología traiga la democracia,sin embargo, la coordinación entre las personas y la posibilidad de cada uno de ser un editor y difusor de sus propias ideas a través de tecnologías como www, hace posible un mundo con mayor acceso a la información, requisito previo para una ciudadanía responsable, concluye.