EDITORIAL 

Una Nueva Arquitectura del Fomento Productivo 


Alvaro Díaz, Director 

La política de producción limpia constituye una innovación conceptual en la política de desarrollo productivo. Por primera vez en la historia de Chile, el fomento productivo incorpora, orgánicamente, el impulso de la gestión ambiental preventiva y la difusión de nuevas tecnologías limpias, las que permiten, en forma simultánea, reducir la contaminación ambiental y aumentar la productividad. 

El desarrollo de políticas de producción limpia no sólo posibilita la adecuación ambiental de las empresas, sino que constituye, además, un nuevo factor de promoción y difusión de la innovación tecnológica. El sistema de fomento está adaptado para enfrentar este nuevo desafío. Su horizontalidad y flexibilidad permiten que apoye la difusión de tecnologías y prácticas de producción limpia. Adicionalmente, se constituyó un Comité Público-Privado, que representa una instancia de diálogo y acción conjunta en este campo. Otra iniciativa notable, y que ya está rindiendo frutos, es el fomento a los acuerdos de producción limpia, cuyas características se explican en este número.

El impulso de estos acuerdos es parte de un esfuerzo refundacional con visión de futuro que el Ministerio de Economía ha impulsado en los 90. En 1992 se concretó en el Programa de Innovación Tecnológica y, a partir de entonces, se desplegó un conjunto de políticas e innovaciones institucionales entre ellas la modernización de Corfo que sentaron las bases de una nueva arquitectura del fomento productivo y tecnológico en Chile.

Esta nueva arquitectura no sólo surge de la necesidad creciente de que el país fundamente los incrementos de productividad en el conocimiento científico y tecnológico, la innovación y la formación de recursos humanos de calidad mundial. También emerge del hecho de que debido a los compromisos que Chile asumió con la OMC se inició el desmantelamiento de los instrumentos tradicionales de fomento exportador, que representan el 45% del gasto público en fomento productivo. Sin embargo, existe un vasto espacio para que la acción pública se profundice ampliamente en materia de desarrollo tecnológico, producción limpia y formación de recursos humanos.

Esta nueva dimensión de la política de desarrollo productivo se realiza en una coyuntura difícil. Como se sabe, la economía chilena vive un período de ajuste que está en plena marcha y que reducirá significativamente el crecimiento del PIB y el empleo para 1999. En este marco, el Gobierno presentó al Parlamento su presupuesto de ajuste con solidaridad que implica que, si bien habrá una reducción de las inversiones públicas, el gasto social y el fomento productivo crecerán por sobre el promedio del gasto fiscal.

El fomento productivo de 1999 está concentrado en la transferencia tecnológica masiva y en la capacitación orientada a la pequeña empresa. Sin embargo, los fondos tecnológicos presentan un panorama restrictivo. Mientras crece el FIA (Fundación para la Innovación Agraria) y se mantienen los presupuestos de Fontec (Fondo Nacional de Desarrollo Tecnológico), FDI (Fondo Desarrollo e Innovación) y FIP (Fondo de Investigación Pesquera), hay una reducción de los recursos disponibles para Fondef (Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico), afectando el financiamiento de la I+D científico-tecnológica con impacto productivo de mediano plazo. Esto refleja claramente las prioridades de corto plazo que el gobierno se ha fijado para 1999.

Esta restricción es coyuntural y no debe hacer olvidar los importantes logros alcanzados durante la década. En efecto, en 1990 no existían mecanismos de financiamiento de la innovación tecnológica orientados hacia el sector privado. Hacia finales de los 90, se cuenta con un sistema de fondos que representa 
US$ 65 millones de gasto público y que, peso a peso, moviliza
otra suma equivalente de empresas y universidades. 
 
En el esfuerzo nacional y de largo plazo que Chile está realizando para impulsar el desarrollo productivo, la innovación tecnológica y el esfuerzo científico- tecnológico constituyen prioridades estratégicas. Durante la década, ello se ha concentrado en la transferencia tecnológica y en la formación básica de recursos humanos. Pero, también, se han formado las bases conceptuales e institucionales para que, en el próximo sexenio, haya un avance radical en el impulso del desarrollo científico-tecnológico avanzado.


 


Revista Correo de la Innovación.
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