ESPECIAL  

Guillermo Mundaca, gerente general de Propel Chile
"Hay que ser pragmáticos: al contaminar menos, se ahora dinero"

Un cambio global y no soluciones parche es, a juicio de este empresario, la única forma de atacar el problema ambiental. Cree que si bien la actual normativa ambiental es suficiente para bajar los niveles de contaminación, el problema está en su aplicación. Dice que, antes que Producción Limpia, 
prefiere hablar de ecoeficiencia
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Con el espíritu de promover la competitividad y poner énfasis en la pequeña empresa latinoamericana, nació en 1995 la Corporación Promoción de la Pequeña y Mediana Empresa Ecoeficiente Latinoamericana, Propel Chile. La entidad ha tenido un exitoso desarrollo en nuestro país, y asesora actualmente a 45 empresas nacionales.
Su gerente general, Guillermo Mundaca, explicó que Propel incorporó la experiencia de otros países de la región con el objeto de buscar siempre soluciones ecoeficientes, utilizando tecnologías más limpias y potenciando el desarrollo sostenible en economías abiertas y dinámicas en América Latina. 

¿Cómo define producción limpia?
Existen varias definiciones, pero prefiero hablar de ecoeficiencia, esto es, la eficiencia económica a través de la eficiencia ambiental. En términos simples, es el aumento en la producción de insumos y servicios en forma paralela a una disminución en el consumo de recursos, energía y desechos, y a una mejoría de capital humano y relaciones externas e internas.

¿Cómo se puede llevar a la práctica este concepto?
En general, las empresas se preocupan del tema cuando tienen la presión de las autoridades y necesitan, por ejemplo, implementar una planta de tratamiento. No obstante, se debería partir haciendo una auditoría para detectar dónde se encuentran los mayores consumos y residuos y ver cómo se pueden minimizar. Se debe buscar una solución integral y no de parches. El sentido de la ecoeficiencia no abarca únicamente lo relativo a un proceso en particular, sino que necesariamente debe incorporar la gestión en la empresa.

¿...Y eso no ocurre en las empresas chilenas?
No. Acá el tema de la ecoeficiencia es nuevo, y se expresa sólo como una necesidad de contaminar menos. Surge como resultado de las normas ambientales cada vez más exigentes, no porque exista una verdadera conciencia en el tema. Las empresas se ven perseguidas por el garrote que impone la norma y entonces deciden aplicar este concepto en su gestión.

¿Cuáles son los problemas más típicos de las empresas en Chile en el ámbito medioambiental?
En primer lugar, no consideran importante el no contaminar. Siempre tiene que haber una norma o una ley que los lleve a disminuir la contaminación. No hay conciencia. 
Por otro lado, hay un gran desconocimiento en relación a producir limpio. Los empresarios creen que va a ser más caro, cuando en realidad pueden ahorrar. Produciendo limpio se puede ganar mucho dinero; y ellos tienen que verlo como un negocio. En Chile, se bota casi un 25% de desechos, índice que en otros países no llega al 9% y eso es porque los reutilizan y lo aprovechan, es decir, optimizan las materias primas.

¿Cómo está Chile, en comparación con otros países, en el tema de producir limpio?
En relación a los países desarrollados, estamos atrasados. El pequeño y mediano empresario no se ha detenido a pensar en el tema, principalmente por el nivel de actividades que tiene que cumplir. No pasa lo mismo con las empresas grandes; se trata de industrias que exportan o que son transnacionales, que se rigen por las normativas de otros países. 
Sin embargo, si comparamos nuestra realidad con la de otros países de Latinoamérica, estamos bastante avanzados. 

¿Cómo cree que funciona la fiscalización en temas medioambientales en nuestro país?
Está recién empezando, con la puesta en marcha de programas de capacitación. Pero, como no se le da tanta importancia al tema medio ambiental, creo que se percibe más bien como un estorbo. 
En regiones, por ejemplo, en las reuniones con todos los estamentos de la zona, el representante de la Conama no es muy querido. Ven como un obstáculo al desarrollo el hecho de que haya un reglamento medioambiental que cumplir. 

¿Qué opina de la normativa medioambiental vigente en Chile?
Pienso que es bastante lógica y que existe una buena predisposición para cumplirla. No estamos pasando del blanco al negro en regulación ambiental, sino que nos situamos más bien en un gris intermedio. 

¿Estas normas son suficientes para disminuir efectivamente la contaminación?
Sí, claro que lo son. El problema está en que hay que ponerlas en práctica. Existen estándares y estudios, pero falta implementación. Se argumenta que no existe financiamiento para ello, tema que puede ser resuelto si existe una adecuada asesoría.

¿Cuáles son los objetivos de Propel?
Principalmente promover y difundir el concepto de ecoeficiencia, buscar soluciones para disminuir el impacto ambiental en el lugar de origen y desarrollar herramientas e instrumentos que promuevan la ecoeficiencia. Además, y como objetivos más pragmáticos, implementar programas pilotos de mejoramiento de la ecoeficiencia y desarrollar planes de capacitación, junto con suministrar información tecnológica y ambiental.

¿Cómo evalúa la experiencia de aquellas empresas chilenas que han utilizado tecnologías limpias?
Hay que partir constatando que las que lo han hecho, ha sido en respuesta a una exigencia del mercado o ambiental, no por una conciencia ecológica. Hay casos especiales, como el de la curtiembre Jordec, donde su dueño cree en su negocio y lo está proyectando a largo plazo. Pero hay otros donde, frente a las exigencias, deciden rendirse. Se necesita un cambio de mentalidad, saber planificarse hacia un futuro.

¿Qué le ofrece la producción limpia al empresario? ¿Cuál es el incentivo por el que debería implementarla?
En primer lugar, producir limpio reporta ganancias. En la mayoría de los casos, basta con replantearse el método y no es necesario hacer una inversión en equipos, salvo cuando se trata de plantas de tratamiento. Por ejemplo, los cueros deben pesarse antes de procesarlos, pero normalmente no lo hacen. Por lo tanto, el cromo, la sal y todos los además componentes los aplican al ojo. Al proceder de manera correcta, ahorran materia prima y contaminan menos. 
Nuestros programas consisten en cambios tecnológicos o de materias primas de bajo costo, que permiten al empresario resolver sus problemas ambientales, aumentar su eficiencia y disminuir sus costos de producción. No creo que exista la mentalidad de pajaritos, arbolitos, naturaleza... Hay que ser pragmáticos, usted, al contaminar menos, está ahorrando. 

¿Qué falta en Chile para desarrollar el tema de la producción limpia?
Definitivamente, un cambio de mentalidad: existe un gran miedo. En todas partes se opera bajo el concepto de para qué arriesgarse si nos está resultando bien. Eso hay que modificarlo. 
Por ejemplo, ahora el Sesma nos pidió que buscáramos una solución a 80 mueblistas de La Granja, que a su vez dan trabajo a cerca de 300 personas. Son una gran fuente de contaminación, por el aserrín, pero además son un foco de incendios. 
Lo que hay que hacer es juntarlos y crear, por ejemplo, un centro de cepillado que sirva a todos y donde se puedan tratar los desechos en forma global. Va a costar, porque no existe mentalidad asociativa, sino que todo se ve bajo el prisma de la competitividad. No obstante, deben tener claro que pueden mantener su individualidad aunque compartan los procesos básicos de producción.

 
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