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Desde marzo de este año, en el séptimo piso del edificio de la Corfo, funciona la Secretaría Ejecutiva de Producción Limpia, un organismo que quiere innovar y cuyo propósito es ser un eslabón entre las políticas de desarrollo productivo y de desarrollo medioambiental impulsadas desde el Gobierno. Opera como un departamento del Ministerio de Economía, inserta en la División de Desarrollo Productivo.
Según Rafael Lorenzini, Secretario Ejecutivo de la entidad, fue necesario crear una mirada nueva, que diera énfasis al desarrollo sin perder de vista la sustentabilidad. En ese contexto nació la Política de Fomento a la Producción Limpia (PPL).
Esta conlleva cuatro elementos fundamentales: 1) la participación del Estado y los privados, lineamiento en torno al cual se crea el Comité Público-Privado de Producción Limpia; 2) reforzar la red de Centros Tecnológicos de Producción Limpia, que implica fortalecer la oferta de servicios para el desarrollo del mercado de las tecnologías limpias; 3) potenciar instrumentos de fomento, lo que se traduce en incorporar mejores oportunidades de financia-miento, ampliar los instrumentos tradicionales para incorporar la variable de Producción Limpia, adaptar los instrumentos actuales a las nuevas necesidades y crear nuevos instrumentos si fuera necesario, para satisfacer las necesidades del empresario en el cambio hacia la Producción Limpia; 4) realizar una gestión pública para la generación de destrezas y habilidades en torno a la PPL.
A partir de ello, se institucionaliza esta política bajo un órgano concreto, que es la Secretaría Ejecutiva de Producción Limpia. Este organismo es quien toma a su cargo la coordinación y administración del Comité Público-Privado de Producción Limpia, explica Lorenzini.
Participación público -privada
Y es precisamente en esta área donde se fijó uno de los primeros desafíos de la Secretaría Ejecutiva: impulsar, articular y fomentar la producción limpia y la participación público-privada en ella.
Lorenzini señala que, en la corta vida del organismo, uno de sus más importantes avances es la generación de una visión consensual entre el sector público y privado sobre los Acuerdos de Producción Limpia, entendidos como un convenio entre la industria y el sector público, en sus diferentes niveles, para solucionar problemas ambientales específicos. (Ver pág. 36 - 37).
El acuerdo busca hacer más eficiente el cambio hacia una producción sustentable y armónica con el medioambiente indica Lorenzini y es un nuevo camino para la acción del Estado. Explica que, históricamente, la labor del Gobierno en materia ambiental se ha centrado en sistemas de comando y control, con el mecanismo de norma/sanción. Añade que posteriormente surgió una corriente apoyada en instrumentos económicos, con formas de proceder reguladas por el mercado, como las bolsas de subproductos o residuos y los permisos de emisión transables, entre otras.
Indica que, sin embargo, la experiencia internacional de países muy normados como Canadá, Holanda y Estados Unidos demostró que no bastan los instrumentos económicos ni el sistema de comando-control para solucionar el problema y darle una sustentabilidad en el largo plazo. Por ello, se concluyó que la solución pasaba por generar instancias que incorporaran y compatibilizaran los intereses de todos los involucrados. Y nacieron los instrumentos público-privados como los Acuerdos de Producción Limpia descritos.
Actualmente, la Secretaría trabaja en acuerdos con diferentes sectores productivos. Destacan entre ellos la industria química, fundiciones, porcinos y celulosas, entre otras.
Lorenzini aclaró que la filosofía de la gestión por la Producción Limpia busca la prevención y no la corrección. Aunque se considera la corrección como parte del sistema, cuando es la única vía económica factible, como es el caso de los mecanismos de filtro: decantadores, ciclones, lagunas de estabilización, etc.
La diferencia de esta nueva tendencia es que se centra en todo el proceso productivo, evita generar residuos y considera el ciclo de vida del producto hasta su muerte. Desde la cuna a la tumba, agregó.
Los resultados han sido, hasta ahora, altamente positivos desde el punto de vista ambiental y económico. Al trabajar con sistemas preventivos, incorporamos tecnologías eficientes en el proceso, reduciendo los costos. La recuperación de la inversión en tecnologías limpias, si bien es variable, puede llegar a ser de uno a tres años en un sistema competitivo. Entonces, la PL abriría oportunidades a las empresas, otorgándoles sustentabilidad en el largo plazo. Por ello, a su juicio, hablar de producción limpia, es hablar de competitividad.
Desde el Ministerio de Economía
Dentro de los países que están a la vanguardia en PL en América están Canadá y Estados Unidos, los siguen México, Colombia y Brasil. Chile aparece inmediatamente después, pese a que la Secretaría sólo lleva algunos meses de funcionamiento.
A nivel continental, lo más sorprendente de la experiencia chilena es que la Producción Limpia haya surgido desde el Ministerio de Economía. En otros países lo han asumido las agencias ambientales, siendo precisamente la tarea más dura, enganchar el tema ambiental con el productivo fluidamente.
El Secretario Ejecutivo sindica que los logros no son pocos. Destaca, además de la exitosa coordinación pública y los acuerdos con el sector privado, el proyecto de Centro Tecnológico de PL, a punto de ser licitado. Este cumpliría el rol de coordinador de la red de centros tecnológicos, lo que permitiría a la Secretaría Ejecutiva trabajar directamente con el desarrollo del mercado de tecnologías limpias.
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