No siempre el “querer” va acompañado del “hacer”:

Discursos y mentiras sobre la innovación

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Se diría que cualquier dirigente político, social o empresarial que no tiene un discurso nuevo que ofrecer se refugia en hablar de la innovación con voz afectada y profunda, sabiendo que a ninguna audiencia se le escapará la sabiduría que reflejan sus palabras. Nunca hemos oído hablar tanto de innovación, en tantos ámbitos, nunca se ha percibido como tan necesaria y nunca se han contado tantas bienintencionadas mentiras.

Efectivamente la innovación es la base del bienestar de un país y de su riqueza. Ya sea la innovación empresarial, la social o la que afecta a las instituciones públicas; todos desearíamos vivir en un país donde sus supuestos líderes actuaran impulsando la innovación (y no solo hablaran de ella). Algunos pensarán que hemos avanzado, que las palabras y las ideas cambian el mundo, mueven emociones y los humanos necesitamos ideas que nos dirijan para la acción. Por desgracia, la realidad es que al día siguiente del discurso todo continúa igual y ello puede crear decepción y emociones negativas. Esto es debido a que tener un discurso genérico sobre la necesidad y la innovación como principal prioridad estratégica puede ser relativamente fácil, pero materializar esa idea no lo es.

Por ello, vamos a dar pistas sobre por qué el “querer” no acompaña al “hacer”, por qué a pesar de la buena voluntad, la innovación no se hace realidad. Vamos a hablar de los escollos e inconsistencias organizativas más frecuentes:

  1. La innovación es importante, pero no destino tiempo. El principal síntoma de que la innovación no es realmente importante es que no se destinan recursos y el recurso más importante de una organización es el tiempo. Pregúntate qué porcentaje del tiempo de los empleados se dedica a innovar, cuántos equipos de proyecto de innovación hay, si se realizan reuniones para hablar de innovación, si se destina tiempo a recoger métricas y analizar su evolución. Los impulsores de la innovación deben saber que una organización que no dedique tiempo a la innovación no puede innovar de forma sistemática, que es una de las principales formas de innovación.
  2. La innovación es importante, pero no tengo dinero. Ahora, en momentos de crisis, es una de las principales razones que podemos escuchar. Cualquier proyecto de inversión, incluso la innovación se paraliza por este argumento. Pero la microinnovación o innovación continua, que es la innovación más eficaz, es habitualmente muy poco costosa. En cualquier caso, hay muchas formas de innovación; la más importante ahora -y además gratuita- es la innovación en las formas de gestión. Los impulsores de la innovación deben saber que, sin innovar en nuevos procesos de gestión, las otras innovaciones en mejora de procesos o productos tienen poca eficacia.
  3. La innovación es importante, pero no hago nada para cambiar mi cultura. Innovar en empresas con culturas poco innovadoras no requiere trabajadores intraemprendedores, requiere héroes. En estas empresas innovar, además de conocimiento y estrategia, requiere enormes dosis de coraje, pues la innovación a menudo es percibida como deslealtad organizativa y los infractores son castigados en función del grado de complot e injuria. Las culturas no innovadoras no solo dificultan la tarea de los intraemprendedores, sino que no permiten que se desarrollen nuevas ideas ni que estas se conviertan en proyectos. Los impulsores de la innovación no deberían despreocuparse de estos temas culturales, pues son la base del éxito de la innovación.
  4. La innovación es importante, pero no creo procesos de innovación. No creo sistemas de recogida de ideas o proyectos, no creo sistemática de innovación continua ni disruptiva, no apuesto por herramientas tecnológicas 2.0. que mejoran los procesos creativos, de diseño e implantación de proyectos, ni por métricas que analicen su evolución. No hay estructuras ni roles que gestionan la innovación. Los impulsores de la innovación deben asegurarse de crear procesos de innovación para aprender, medir y comprobar que lo hacemos bien.
  5. La innovación es importante, pero mis directivos no lideran la innovación. El liderazgo basado en el mando y control elimina la responsabilidad, la iniciativa y muchos otros aliados básicos de la innovación. ¿Quieres innovar? Cambia el liderazgo de tu organización. El cambio de modelo productivo dejará atrás a las empresas que no sepan potenciar emociones, ideas y conocimientos de forma colectiva, mediante un nuevo tipo de liderazgo transformador donde el talento debe gestionarse de forma diferente. Los impulsores de la innovación deben conocer que el principal freno de la innovación de muchas empresas se llama liderazgo. Sin liderazgo transformador la innovación no es posible.

El gran problema de la innovación es que deja atrás las formas de trabajar del pasado, deja atrás a la empresa y los sistemas de gestión del siglo XX. Y las personas se aferran emocionalmente a lo que conocen y, aunque creen que deben impulsar la innovación para luchar en los nuevos entornos del siglo XXI, sus actos no se corresponden con lo que quieren hacer. La falta de consecuence management se percibe como una mentira organizativa donde los que comunican que quieren hacer algo no ponen los medios para que ello suceda.

Hay muchas formas de suicidio empresarial, el más ingenuo es dejar la innovación en un discurso vacío. El arte de reinventarse y aprender consiste en saber destruir los hábitos organizativos que nos esclavizan y crear los hábitos que nos permiten avanzar.

La falta de cultura y experiencia en temas de innovación, transformación y gestión del cambio que sufren los profesionales con más poder de las organizaciones comienza a causar problemas de competitividad, es urgente crear foros, debates, sistemas de aprendizaje donde estos directivos, más allá de saber lo importante que es la innovación, sepan cómo actuar e ir más allá de los discursos.

Fuente: Virginio Gallardo

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