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Reflexiones entre dos mundos

Un grupo de especialistas en neurociencias mantuvo una larga conversación con el Dalai Lama sobre los modos de conocer el mundo del budismo y el enfoque científico. El libro "Un Puente para Dos Miradas", de Francisco Varela y Jeremy Hayward, busca establecer una posible convergencia entre la filosofía oriental y las teorías científicas occidentales.

Para Humberto Maturana dicha convergencia no es posible.


Rossana Dresdner

¿Cómo pienso? ¿Mediante qué proceso aparecen los sentimientos? ¿De qué manera se discontinúa la conciencia al quedarse dormido? ¿Cómo es posible que pueda entender mi experiencia vivida y el proceso que subyace a ella? Estos son ejemplos de preguntas a las que se dedican los especialistas en ciencias cognitivas.

Al estudiar el cerebro, aparecen particularidades, experiencias que no le pasan al cerebro sino que le pasan a 'uno mismo'. Se trata de una visión experimental de la vida afectiva o cognitiva. Y, a eso, los expertos le llaman conciencia. Especifican que, a diferencia de la mente, la conciencia dice relación con tomar en cuenta la dimensión vivida.

Según el biólogo Francisco Varela, estos estados de la mente, a los cuales los científicos de Occidente están otorgando crédito sólo en las últimas décadas, han sido analizados por el budismo durante veinte siglos, a través del estudio de los fenómenos del cuerpo. Incluso, han desarrollado una completa fenomenología al respecto.

En su acercamiento al budismo, el científico chileno se encontró con teorías de fenomenología de la experiencia - por ejemplo en la memoria- donde la filosofía oriental tiene niveles primarios de conciencia que en Occidente no existen. "Por ejemplo -indica- ellos pueden identificar con precisión dos o tres niveles de conciencia prepersonal, que nosotros desconocemos".

Fue este tipo de hallazgos, tan sorprendentes como milagrosos, junto a su cercanía personal con el budismo, que lo llevó a organizar en 1987, junto a otros científicos, un encuentro con el Dalai Lama para intercambiar ideas y conocimientos y lograr -señala- sembrar "semillas preciosas para la reflexión".

Durante siete días, Francisco Varela, doctor en Biología de la Universidad de Harvard; Newcomb Greeleaf, doctor en Matemáticas de la Universidad de Princeton; Jeremy W.

Hayward, doctor en Física de la Universidad de Cambridge; Robert B. Livingstone, profesor en Neurociencia en la Universidad de California, San Diego; Liugi Luisi, doctor en Química de la Universidad de Roma y Eleanor Rosch, doctora en Psicología Cognitiva de la Universidad de Berkeley, California, participaron de estos encuentros con el Dalai Lama en su residencia de Dharamsala.

Los científicos fueron escogidos para abarcar todo el abanico de lo que hoy se denomina ciencias cognitivas. Y todos, en sus respectivos campos, estaban profesionalmente involucrados en algún tipo de investigación o reflexión relativa a los enfoques científicos modernos respecto de la mente y de la vida. Por lo mismo, el encuentro fue bautizado 'Mente y Vida'.

Este, que fue considerado muy fructífero por los participantes, dio lugar a un libro en el que se da cuenta de las conversaciones que intercambiaron los científicos con la máxima autoridad del budismo.

Aunque publicado en nuestro país una década después que en Europa y Estados Unidos, la aparición en Chile del libro "Un Puente Para Dos Miradas", editado por los doctores Francisco Varela y Jeremy W. Hayward, es un hito que, en cierto sentido, se estaba esperando.

Una aproximación menos distante, más cálida si se quiere, en la búsqueda de la compresión de los fenómenos humanos, y específicamente del fenómeno de la conciencia.

Este primer encuentro fue seguido por otros. En 1989 se realizó 'Mente y Vida II'; en 1990, 'Mente y Vida III' y en 1992, 'Mente y Vida IV'. Consecuentemente con ello, en Europa y Estados Unidos ya se han publicado cuatro libros sobre estos intercambios. En Chile estamos a la espera de ellos.

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Muchas de las afirmaciones hechas durante estas conversaciones denotan, en sí mismas, el ambiente íntimo, casi místico, que envolvía este intercambio de saberes. Como si la quietud de las montañas que rodean la morada del Dalai Lama se apoderara de este espacio, creado a propósito, para adentrarse en uno de los misterios más indescifrables del ser humano. He aquí algunos ejemplos de este intercambio.

- Dalai Lama: ¿Consideraría usted que una criatura unicelular, como la ameba, es un ser sensible? - F. Varela: El comportamiento de la bacteria o de la ameba consiste en evitar unas cosas y obtener otras, y en eso se asemeja mucho al comportamiento de seres claramente definidos como sensibles, como los gatos o los humanos. Por lo tanto, no tengo fundamento para decir que el comportamiento no es del mismo tipo, aunque puedo afirmar que no hay conciencia de dolor o placer en una ameba. Intrínsecamente, la ameba manifiesta una diferencia entre lo que le gusta y lo que no le gusta. En ese sentido, hay sensibilidad. ¿En virtud de qué digo que un gato siente placer y dolor, que trata de satisfacer sus deseos y que es sensible? No tengo ninguna manera de saber qué es la experiencia de un gato.

- Dalai Lama: Existe una distinción entre algo 'existente' y algo 'existente por su propia naturaleza' (...) Si investigamos la lapicera, indagamos sobre su forma, su color, sus componentes, llegamos a la conclusión de que existe; si separamos estos elementos, no nos encontramos con algo que sea la lapicera en sí misma (...) Pero el hecho de llegar a la conclusión de que no hay lapicera-en-sí-misma no permite decir que no hay lapicera.

(...)Entonces la pregunta pasa a ser ¿Cómo existe? Existe por la fuerza de la designación conceptual. No es que la idea sea muy satisfactoria, es más bien que no tenemos alternativa.

- F. Varela: Lo que llamamos experiencia inmediata, que ejemplificamos muchas veces con lapiceras y objetos, está bien. Pero Newton se confundió con esta idea. La ciencia ahora afirma que el espacio no es tridimensional. Nosotros sabemos que la tierra no está inmóvil; está girando, aún cuando yo no la vea girar. No es mi experiencia. ¿Por qué creo en ello?