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Cuando la incertidumbre no nos deja emprender

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María Carla Arellano

Socia fundadora y Gerente de Comunicaciones, Momento Cero. Consultora en emprendimiento. Miembro del staff de expertos (Nacional) del estudio Global Entrepreneurship para el programa Simulador de Negocios de Fundación E y para el programa Preparados de Fundación Chile. Consultora encargada del programa de emprendimiento “Jóvenes del Valle del Huasco”.

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Cada vez que alguien me pregunta qué fue lo más difícil de haber emprendido, ni siquiera me detengo a pensar la respuesta, lo tengo claro y asumido: manejar la incertidumbre y luchar para que ella no me manejara a mí.

Hoy miro hacia atrás y me pregunto si no hubiese creado Mo.0 junto a mis socios, ¿hubiese estado mi vida llena de certezas u hubiese desaparecido esa sensación que tanto me desagradaba? La respuesta aquí también es siempre la misma, definitivamente no.

Porque si no hubiese emprendido en esto, seguramente estaría ejerciendo como periodista en una empresa con un trabajo “estable”, pero ¿qué es un trabajo estable? Lo decimos como si no se pusiera fin a los contratos laborales, como si la gente no renunciara o como si no se despidiera a nadie. La vida está llena de incertidumbres, nadie nos asegura que cuando entramos a estudiar esa será la carrera que terminaremos definitivamente, tampoco ocurre eso cuando escogemos una pareja. Entonces ¿por qué nos preocupa tanto el tema cuando decidimos emprender?

He llegado a pensar que pasa por esa especie de necesidad que tenemos algunas personas de controlarlo todo, de que no queden cosas al azar porque lo inesperado nos saca de nuestro esquema, nos mueve el piso, entonces mejor todo tal y como se tenía pensado, sin correr riesgos porque para qué estresarse si sin contratiempos se está mejor, ¿pero es realmente tan así?

La próxima vez que tengamos ganas de emprender en algo y nos invada ese miedo que a veces paraliza, antes de abortar el plan detengámonos un momento y sometámonos al ejercicio de cuestionarnos todos los motivos que nos llevan a decir que no antes de intentarlo.

¿Y si pierdo el trabajo? Busco otro, ¿y si fracaso? Aprendo de los errores y vuelvo a empezar. ¿Y si después me arrepiento? Es mucho más probable que me arrepienta de lo que no hice que de lo que hice con todo el corazón. ¿Qué dirán? Que me atreví a hacer algo que quizás muchos quisieran pero que no se atreven, y después de todo, ¿por qué habría de importarme lo que el resto diga? Te aseguro que la gran mayoría de estas dudas tendrán una respuesta lógica, satisfactoria y que no implicará mayores traumas.

A veces nos acostumbramos tanto a decir que las cosas nos dan miedo, que ni siquiera sabemos a qué le tenemos miedo en realidad, miedo a equivocarnos, al ridículo, a que las cosas no resulten, a decepcionar a alguien, a no cumplir con las expectativas que tienen sobre mí, miedo a sentir miedo.

Pero después de todo, cuando uno deja de sabotear sus propios proyectos, con todas las penurias que podrían caer sobre él (y que la mayoría de las veces sólo están en nuestras mentes); cuando asumimos que en realidad tener todo controlado y cada cosa en su lugar nos coarta la libertad, la creatividad y le quita emoción a nuestras vidas; cuando conoces a más emprendedores que han “fracasado” y en esa experiencia han basado sus éxitos posteriores; cuando sacas cuentas y compruebas que el riesgo no era tan alto, que en realidad puedes ganar mucho más que perder; es entonces cuando entendemos que el tema no es manejar la incertidumbre, sino que aprender a convivir con ella.

Fecha : 
18 julio, 2011
emprendimiento | Negocio