
Subgerente de nuevos negocios y nuevos medios de TVN.Ingeniero Comercial de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con especialización en Marketing. Se ha desempeñado en labores relacionadas con marketing y comunicaciones en empresas como Procter&Gamble, The Coca-Cola Company, Modern Times Group y British Petroleum.
Tanto se habla de la innovación, que ahora no sólo está de moda sino que es una prioridad corporativa del país. Son pocos los que realmente han entendido e implementado el concepto innovación dentro de sus empresas. Es fácil confundir innovación con emprendimiento, y a menudo lo hacemos.
Un emprendedor no tiene por qué ser innovador en lo que hace. Por ello, en cuántas clases de economía y marketing hemos escuchando que es necesario tener una ventaja competitiva que sea diferenciadora, única y sustentable en el tiempo, para que cuando uno se enfrente al mercado real se dé cuenta de que lo mejor es mirar lo que ya está establecido, copiarlo y hacerle alguna mejora marginal. Enfrentémoslo: innovar desde el emprendimiento es muy diferente a innovar desde la empresa. Desde el emprendimiento se tiene la libertad de acción, movilidad y rapidez que se necesita para implementar innovaciones y aprovecharlas al máximo. Desde la empresa se tiene menos libertades, pero se tienen los recursos.
Creo que el principal error a corregir es entender que dentro de la empresa también hay emprendimiento, y la empresa debe hacerse cargo de él. ¿Cómo hacer esto? El primer paso es invitar a la gente a participar en mejoras marginales a su trabajo diario. No es bueno entrar con el concepto de innovación en pleno ya que es demasiado genérico y ambicioso, sin embargo sí podemos instalar la conversación en mejoras prácticas a lo que sucede en el día a día y estaremos dando un primer paso importante. Adicionalmente, es vital invitar y abrir las puertas a todos en la organización. Desde el "number one" hasta el alumno en práctica, la innovación necesita que participe toda la jerarquía de la empresa.